El sector de infraestructuras se desmarca de las caídas

Soplan vientos de cola para el sector de infraestructuras. Todas las grandes economías desarrolladas están presentando sus planes de transición energética y los problemas con las cadenas de suministro han iniciado una ola de desglobalización. Tras años de infrainversión, el desarrollo de la infraestructura se ha convertido en una prioridad para los países. “Mi previsión es que el crecimiento del sector de infraestructuras sea al menos el doble del PIB mundial. Ya lo estamos viendo en nichos como las renovables, que están creciendo a un ritmo del 8-10% al año”, cuenta Nick Langley, gestor del Legg Mason Clearbridge Infrastructure Value Fund, de Franklin Templeton.

Parte de ese boom es inversión rezagada, pero en opinión del gestor, el camino que le espera al sector va mucho más allá. Principalmente, porque las políticas institucionales están marcando el camino. Europa, Estados Unidos, todas las grandes economías están priorizando el desarrollo de energías renovables o mejoras en sus redes de electricidad. Y lo que es mejor desde el punto de vista del inversor: “Es una tendencia que aún no se ha materializado”, afirma Langley.

En parte porque es una tendencia estructural y parte por su naturaleza defensiva, lo cierto es que el sector de la infraestructura se está desmarcando de las caídas de estas semanas. Y al menos en el contexto actual, el fondo está cumpliendo con su papel diversificador. El fondo, en su clase euro, acumula una rentabilidad del 2,5%. Es un fuerte contraste con las caídas que se anotan en el mismo periodo los principales índices. El Eurostoxx 50 roza un -10% y el S&P 500 un -7%.

La relación entre la inflación y la infraestructura

Pero la inversión en infraestructura también tiene otra cara de la moneda. Lo que Langley denomina la inflación climática. Veámoslo con un ejemplo. El sistema de alcantarillado de Nueva York está capacitado para recibir poco menos de 5 cm cúbicos de agua por hora. Durante el huracán Ida la cuidad tuvo que hacer frente a casi el doble. Esto provocó inundaciones, daños materiales y pérdidas humanas. “El estado calcula que tendrá que gasta 100.000 millones de dólares para renovar el sistema. Esto tendrá que salir o bien de impuestos, que pagarán los ciudadanos, o bien de los recibos energéticos, que también pagan los ciudadanos”, resalta Langley.

Por eso, una de las cualidades que priman en la cartera del Legg Mason Clearbridge Infrastructure Value Fund es que las empresas tengan capacidad de trasladar la inflación a sus clientes. En el caso de las utilities, que pesan casi un 40% de la cartera a cierre de febrero, ese paso de los costes está incorporado en sus contratos.

El segundo viento de cola para la infraestructura que habíamos mencionado era la desglobalización. Eso necesariamente vendrá de la mano de inversión en carreteras, en puertos y, sobre todo, en transporte ferroviario. “El ferrocarril se está convirtiendo en la opción más sostenible para el transporte de bienes y mercancías”, cuenta el gestor. Así, otra de las grandes apuestas del fondo está en este nicho, con nombres como Pembina Pipeline.

Podríamos decir que estas dos tendencias son las patas sobre las que pivota a grandes rasgos el fondo. En lo que va de año, han mantenido una apuesta equilibrada entre la infraestructura más pura y las utilities, pero ahora Langley reconoce que se están inclinando más por las segundas. “Nos preocupa que el crecimiento va a comenzar a ralentizarse a partir de la segunda mitad de 2022 e incluso podríamos entrar en recesión en 2023 así que nos estamos posicionando para ofrecer una protección ante posibles caídas”, explica el gestor.

Filosofía del Legg Mason Clearbridge Infrastructure Value Fund

El Legg Mason Clearbridge Infrastructure Value Fund cuenta con el Rating FundsPeople 2022 por su calificación de Blockbuster. El fondo de Franklin Templeton busca dar una rentabilidad de inflación del G7 + 5,5% en un periodo rolling de cinco años. Es decir, una rentabilidad real anualizada del 5% en ese plazo.

Un elemento diferencial de la estrategia es su filosofía heredada de la experiencia del equipo gestor en infraestructura de mercados privados. Esto es: visión a largo plazo y foco en las valoraciones. La cartera se construye con una visión agnóstica del índice de referencia. Esto significa que el proceso de inversión es más bottom-up. También pesa mucho en el proceso el análisis de retorno, pero ajustado al riesgo.

La gran diferencia es que la infraestructura cotizada es un mercado más amplio. Frente a los 3 billones de dólares que mueve la infraestructura privada, las cotizadas son un mercado de 7 billones de dólares. “Es un universo más profundo en el que buscar oportunidades, hay más opciones para diversificar”, cuenta Langley.