La presidenta de la CNMV reitera sus esfuerzos en esta materia y apoya el papel de IOSCO, que plantea la posibilidad de asumir poder jurídico y sancionador.
“Nos encontramos en un momento en el que las fronteras, al menos en el mundo financiero, se están difuminando. En este entorno, es miope plantearse políticas y regulación de ámbito únicamente doméstico”. Así inauguraba Elvira Rodríguez (en la foto), presidenta de la CNMV (ver el discurso completo), la conferencia “La regulación de los mercados financieros internacionales”, organizada por IOSCO y en la que han colaborado el supervisor español y el Instituto Español de Analistas Financieros (IEAF). La presidenta dejaba así claro que la regulación, “esencial” para el buen funcionamiento de los mercados, es una de las áreas donde se centran sus esfuerzos.
Rodríguez, que rechazó el proteccionismo como vía para resolver los problemas derivados de la globalización de la crisis, dejó clara su apuesta por una cooperación y coordinación internacional permanente, y no solo puntual en momentos de crisis. “Frecuentemente, las decisiones más relevantes se toman en los momentos más extremos y, en este sentido, la crisis ha servido para que se tomen decisiones importantes dentro del contexto internacional”, y para acelerar la convergencia de prácticas supervisoras, algo que valora.
“La regulación es una responsabilidad de los reguladores nacionales pero, al ser globales los mercados, la cooperación internacional es necesaria para proteger la estabilidad del sistema”, añadió. Prueba de ello es la nueva arquitectura supervisora de la Unión Europea, que desde enero de 2011 incorpora a tres nuevas autoridades europeas de mercados, banca y seguros (Esma, EBA y EIOPA) y un Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos (ESRB).
En este sentido, cree clave el papel de IOSCO, que ha sido muy activo especialmente desde 2008 para coordinar el trabajo de los supervisores internacionales –con unos miembros que representan el 93% de mercados de valores de todo el mundo–, mediante la emisión de principios y estándares que sirven como referencia para supervisores y legisladores de todo el mundo, entre otras labores. Por ello, Rodríguez se comprometió a dar el apoyo de la CNMV al organismo, que desde finales de 2011 tiene su sede en Madrid.
Sin poder jurídico: el escollo
David Wright, su secretario general, destacó que 2013 será un año crítico en el que IOSCO pretende que se desplace la atención desde la creación de principios sobre la regulación de valores a la aplicación de los mismos en cada una de las jurisdicciones, pero señaló un fuerte obstáculo: la incapacidad del organismo de emitir estándares legalmente vinculantes. Su petición fue cambiar este modelo: “No tenemos autoridad jurídica ni sancionadora, es un sistema insuficiente y podría ser motivo de debate en el futuro”, señaló Wright.
El responsable persigue tres objetivos: asentar una regulación que proteja al inversor y mantenga unos mercados eficientes y limpios, controlando los riesgos sistémicos; intercambiar información y reforzar la supervisión; y aumentar la capacidad de IOSCO para ayudar a todos los países a desarrollar sus mercados de valores, para lo cual creará una fundación dirigida a trabajar con los mercados emergentes. “Mis prioridades son ayudar a reparar el sistema financiero, velar por una aplicación efectiva de nuestras recomendaciones, ayudar a los países emergentes a desarrollar sus mercados, intercambiar información, identificar los riesgos emergentes y crear las condiciones para que los mercados crezcan de forma sostenible y prudente”, resumió.
Trabajos en marcha
Para lograr esos objetivos, IOSCO está trabajando en solucionar algunos de los problemas resaltados por la crisis, como la reforma de los mercados de derivados OTC, la banca en la sombra y los regímenes de liquidación de las entidades financieras, según explicó Tajinder Singh, vicesecretario general de IOSCO. Y también se centran en examinar otros riesgos potenciales de futuro en un mundo financiero diferente, ampliando el perímetro regulatorio más allá de las entidades bancarias y hacia los llamados SIFI (instituciones financieras sistémicamente importantes, en sus siglas en inglés) en las que se incluyen las instituciones de inversión colectiva, los hedge funds o los intermediarios financieros, y hacia otras actividades como el trading de alta frecuencia.