El encuentro se celebra por primera de manera telemática y tiene lugar el 27 y 28 de agosto. La inauguración corre a cargo del presidente de la Fed, Jerome Powell, y tiene por título Navigating the Decade Ahead: Implications for Monetary Policy.
Como cada año, los últimos días de agosto albergan en las montañas rocosas de Jackson Hole (Wyoming) la reunión anual de varios días que celebran los banqueros centrales y este año no iba a ser menos. No habrá idílico escenario ya que por primera vez en la historia y debido, como no, a la pandemia del coronavirus, esta importante cita que se celebra los días 27 y 28 de agosto, tendrá lugar, como tantas otras a lo largo de estos meses, de manera telemática.
Ese cambio no impedirá sin embargo que los mercados estén muy pendientes de las conclusiones que se puedan sacar de este simposio que este año tiene por título Navigating the Decade Ahead: Implications for Monetary Policy y que inaugurará el presidente de la Fed Jerome Powell. De hecho, si hay una cosa en la que pondrán especial atención es en lo que en el encuentro se diga de la inflación y de las perspectivas de las misma ya que eso es una de las grandes clave que marca la hoja de ruta de los bancos centrales.
“El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, debe transmitir el mensaje de que la institución sigue estando más preocupada por la reducida inflación que por un repunte de esta variable. Si no lo hace, los mercados de riesgo reflejarán de forma clara que se está descontando un nivel excesivo de euforia en política monetaria”, afirma Jack McIntyre, gestor de Brandywine Global. De hecho, desde Singular Bank apuntan a que la Fed podría anunciar o mencionar el estudio de una estrategia renovada de inflación. En concreto, frente a su objetivo actual de situar la inflación por debajo del 2% anual a medio plazo, la Fed podría articular una estrategia flexible en la que se alternarían periodos con un nivel de precios superior al del 2%, con otros por debajo de este nivel, logrando que en media se sitúe en torno al 2% a medio plazo (inflation-averaging). En caso de tomarse esta decisión, condicionaría las decisiones de movimientos de tipos de interés la Fed en los próximos años”.
Sea como fuere, el mensaje debe ser lo más claro posible ya que como apuntan desde Mirabaud “los inversores necesitan claridad después de las declaraciones ambiguas de la Reserva Federal (Fed) y la reciente falta de comunicación del Banco Central Europeo (BCE). A esto podemos añadir que los inversores las expectativas de un aumento de la inflación están creciendo, mientras que los rendimientos de los bonos del Estado parecen decirnos lo opuesto”. No en vano, si hay otro tema del que estarán pendientes de los mercados de cualquier referencia que aplique al control de la curva de los rendimientos, que sobre todo en EEUU, no hacen otra cosa que tender a la baja provocando rentabilidades reales negativas en muchos plazos de la curva.
“El efecto amortiguador de los tipos de interés más bajos cuando disminuya la demanda desaparecería, lo que podría conducir a una mayor volatilidad, especialmente si el endeudamiento del sector privado continúa expandiéndose”, comenta Axel Botte, estratega global de Ostrum AM, gestora afiliada a Natixis IM. Sin embargo, François Rimeu, estratega senior de La Française AM no considera que en Jackson Hole se vayan a sacar demasiadas cosas en claro ni en lo que respecta a la inflación ni en lo referente a la curva de tipos. “No implementarán el control de la curva de rendimiento. El tema sigue siendo objeto de debate, pero creemos que los miembros de la Fed preferirán esperar a que haya más claridad macroeconómica antes de actuar”, afirma. Otra cosa es cómo los mercados interpreten las palabras de los banqueros centrales.