"En renta fija resulta conveniente mantener una estrategia internacional"

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Foto cedida

La deuda de los países del G-3 (Estados Unidos, Francia y Alemania) es cada vez menos atractiva. Pese a que conservan todavía un rating de calidad, Brandywine Global (filial de Legg Mason Global AM) observa que el 'papel' de estos países y otros mercados desarrollados “presentan un comportamiento más sincronizado y con más riesgo que nunca”, mientras que la deuda de los países en vías de desarrollo ha ganado atractivo en términos de rentabilidad/riesgo.

En este contexto, la alternativa de renta fija que propone David Hoffman, gestor y codirector de renta fija global de Brandywine, pasa por ampliar el universo de inversión y empezar a prestarle atención a los bonos globales, al observar que “mientras que Estados Unidos ha cambiado su rumbo para alejarse del capitalismo desenfrenado, muchos países del universo emergente comienzan a aceptar los principios del libre mercado”.

Desde la filial de Legg Mason detectan que, al invertir en renta fija global, los inversores suelen tener una visión más sesgada hacia su propio país. Hoffman precisa que “menos de tres cuartas partes de la deuda pública mundial se emite fuera de Estados Unidos, en contraposición al 50% de los títulos de renta variable que cotizan en todo el mundo”. Sin embargo, continúa el experto, “mientras la exposición a la renta variable global se considera algo normal, muchos inversores aún no se decantan por la renta fija global".

En particular, Hoffman afirma que la renta fija estadounidense es cada vez más homogénea, debido a que en muchas ocasiones, muchas de las emisiones del mercado cuentan con el respaldo de una misma entidad. A esto se debe añadir que, debido a estos años de políticas monetarias híper acomodaticias, los rendimientos han caído a niveles históricamente bajos. "A largo plazo, será difícil que las gestoras que invierten en renta fija estadounidense principalmente obtengan una rentabilidad muy superior a la del índice, por lo que consideramos prudente mantener una estrategia internacional”, sentencia el experto. 

Asimismo, esta observación sobre el cambio en la economía mundial lleva a Hoffman a afirmar que “la inversión más allá de los mercados de bonos de los países desarrollados es una opción más convincente si cabe”. El responsable de Brandywine matiza que, a pesar de que es cierto que se pueden encontrar buenas oportunidades de largo plazo en mercados desarrollados de renta fija (comparándolo con el ‘papel’ del G-3), “las rentabilidades potenciales son aún más altas en los países en vías de desarrollo, donde las mejoras estructurales han impulsado el incremento de la calidad de los bonos públicos así como de la liquidez”.

La defensa de los bonos globales que realiza Hoffman no queda ahí: “Los bonos globales ofrecen una amplia gama de oportunidades de calidad, así como potencial de crecimiento de las rentabilidades obtenidas de forma activa”, afirma. El experto asegura que al centrarse en un único mercado se aplica “una estrategia unidimensional, basada en decisiones binarias sobre la duración, y que limita el potencial de rentabilidad”. Para Hoffman, los rigores de la crisis obligan a los inversores a ampliar sus miras, para “adoptar un enfoque internacional".

El experto aporta una razón adicional para elegir deuda emitida por países emergentes: la inflación, y “el recuerdo de un crecimiento volátil”. No es sólo que el experto observe potencial de ganancias por el efecto divisa –“muchos países se han resistido a su apreciación para mantener la competitividad de sus exportaciones”, recuerda-, sino que expresa su opinión de que los inversores deben tener en cuenta a la hora de asignar activos para la cartera tanto los bonos como las divisas: “Lo ideal para cualquier inversor sería exponerse a bonos en divisa local sin cobertura, ya que estos aglutinan dos fuentes de rentabilidad, aunque esto no siempre es posible". Hoffman matiza, eso sí, que esta estrategia puede tener reveses ya que “a veces, las perspectivas de recortes de tipos pueden aumentar el atractivo de un mercado local, aunque la misma situación podría provocar la devaluación de la moneda y, en un mercado de estas características, a los gestores les conviene cubrir el riesgo cambiario”.

Todo ello le lleva a concluir que la mejor opción de cara al futuro sería la cobertura activa de divisas, que además podría convertirse en “una importante fuente de rentabilidad, ya que la principal arma de los responsables de las políticas monetarias para hacer frente a la deflación es la devaluación”. 

Otro de los consejos que da el experto a la hora de diversificar la cartera y darle una dimensión más global es optar por la gestión activa, que considera “fundamental” puesto que “las ponderaciones de los índices son proporcionales a la emisión de deuda de un país y, por lo tanto, no reflejan la meritocracia de los índices de renta variable”. El gestor va más lejos en su apreciación: “Los inversores que se decantan por estrategias basadas en índices tienden a aumentar sus posiciones en países con grandes déficits, no con grandes oportunidades”. “Ahora más que nunca, el índice [de renta fija] expone a los inversores al riesgo, al llevarlos hacia la deuda pública de reciente emisión, excluyendo a las potencias económicas emergentes del mundo”, concluye Hoffman.