Los estrategas de J.P.Morgan AM Maria Paola Toschi y Kerry Craig analizan cómo el sentimiento político puede condicionar el rumbo de las reformas que quedan por hacer.
“Los consejeros delegados que se reunieron este año en el Foro Económico Mundial de Davos citaron el aumento del euroescepticismo como una de sus principales preocupaciones en 2014. En un año plagado de procesos electorales, ese trasfondo de descontento social podría alterar el panorama político, dificultando una mayor integración de la eurozona y reavivando el debate sobre su futuro”. Así comienza el último informe Market Insights de J.P. Morgan AM, en el que los estrategas globales de mercado Maria Paola Toschi y Kerry Craig analizan la situación política actual en el Viejo Continente y su relación con la situación económica.
Se fijan especialmente en las repercusiones que siguen acusando los países europeos tras el duro ejercicio de austeridad realizado en los últimos años para reducir el porcentaje de deuda sobre PIB. Unos esfuerzos con peligrosas contrapartidas, pues cuestionan la sostenibilidad de la recuperación: las tasas de desempleo siguen elevadas y la tasa de inflación, baja. "Afortunadamente, la austeridad se relajará en los próximos años, pero los políticos europeos deben seguir trabajando para superar las divergencias en las políticas y en el comportamiento de las economías de la eurozona y crear un entorno más favorable al crecimiento”, advierten Toschi y Craig.
Los cálculos de J.P.Morgan en base a datos del FMI reflejan que efectivamente, los países europeos pueden esperar menos austeridad en el futuro, si se atiende a la variación del déficit público. Especialmente Alemania: si el déficit fue del 3,7% en el periodo 2010- 2013, la expectativa para 2013-2016 es que se reduzca al 0,5%. También son notables los esfuerzos de los países rescatados: el déficit de Grecia pasará de. 6,7% al 3,4% en el próximo trienio, mientras que el de Portugal lo hará del 4,4% al 3,4% y el de Irlanda el 6,2% al 5,2% (en este caso se han tomado los datos de 2009- 2013 para evitar el efecto distorsionador del rescate que recibió el país en 2010). En el caso francés, el déficit descenderá del 3,1% al 2% y en el español, del 3% al 2,7%. La única excepción en el mapa europeo es Italia, donde sí se espera que los políticos sigan aplicando ajustes y reformas estructurales de calado: su déficit se incrementará desde el 1,1% registrado en 2010-2013 al 2,2% para 2013- 2016.
Teniendo en cuenta que, mientras algunos gobiernos europeos decidieron por iniciativa propia adoptar medidas con las que reducir las distorsiones entre países de la eurozona, mientras que los periféricos fueron obligados a emprenderlas a cambio de ayuda financiera, los expertos de J.P.Morgan AM aseveran que “no resulta sorprendente que el sentimiento antieuropeo o antisistema haya calado más en los países sometidos a las reformas más duras o las recesiones más profundas (con la notable excepción de Irlanda)”. “Este cambio político ha provocado el retraso de las reformas económicas, fiscales e institucionales”, añaden.
Ambos expertos consideran que el ascenso de partidos antieuropeístas no sólo en los parlamentos nacionales sino también en el seno de las instituciones de la Unión, “resalta el frágil equilibrio que existe dentro de la Unión Europea (UE) entre la soberanía nacional y una mayor integración supranacional y que podría poner en peligro el proceso hacia un entorno económico más próspero”. Esta situación se vuelve peculiarmente complicada por la gran actividad electoral prevista para este año, elecciones al Parlamento Europeo incluidas. Pese a que la cita con las urnas de la Unión – con una periodicidad de cinco años- no suele tener gran repercusión, Toschi y Craig consideran que esta vez será diferente, “porque se trata de los primeros comicios desde la crisis de la eurozona y suponen una oportunidad para que los votantes opinen sobre sus líderes a nivel supranacional”.