¿Es más arriesgada la exposición a la renta fija corporativa emergente que al crédito estadounidense?

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StockMonkeys, Flickr, Creative Commons

Uno de los reparos que normalmente se tienen a la hora de invertir en la deuda corporativa de mercados emergentes denominada en divisa extranjera (hard currency) radica en que prestar dinero a empresas de mercados emergentes es más arriesgado que hacerlo a las de países desarrollados, a las que los inversores están más acostumbrados (se compara con los bonos emitidos por empresas y no con los gubernamentales, ya que el riesgo de impago no supone un gran problema en los países desarrollados, puesto que al estar denominada normalmente la deuda en la divisa nacional, solo habría que imprimir moneda para pagarla).

Sin embargo, tal y como explican Duncan Lamont, responsable de investigación y análisis en Schroders, y Peter Ozelius, gestor en el equipo de deuda de mercados emergentes en la firma británica, los datos no confirman este temor. “Las tasas de impago de los segmentos de alto rendimiento de la deuda de mercados emergentes denominada en divisa fuerte y corporativa (las más susceptibles al riesgo de impago) han sido inferiores a las de la deuda estadounidense homóloga. Al igual que ocurre con la deuda soberana de países desarrollados, este riesgo es un problema menor en el caso de la denominada en divisa local, puesto que los países pueden imprimir moneda para pagarla, aunque esto afecte a la inflación”, afirman.

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Además, según los expertos, en el peor de los escenarios, si se produce un impago, las tasas de amortización anticipada de la deuda de mercados emergentes y el high yield estadounidense son muy parecidas. “A largo plazo, ambas clases de activo han registrado, de media, un 40%. No hay pruebas de que la deuda de mercados emergentes sea más arriesgada que la exposición al crédito de EE.UU., desde el punto de vista de las tasas de impago ni desde las de amortización”, aseguran.

Aunque ni Lamont ni Ozelius encuentran pruebas de que los resultados de la deuda de mercados emergentes sean peores, históricamente sí que se han observado mejores rendimientos y diferenciales en esta clase de activo. “Es el mejor argumento para que la deuda de mercados emergentes sea una asignación clave en la cartera. Esta ventaja en cuanto a rendimiento y diferencial se ve también a lo largo del espectro de calificaciones crediticias de todos los mercados, con la única excepción de la denominada en divisa fuerte con nota BB, que ha registrado rendimientos parecidos a los bonos estadounidenses con la misma calificación”, subrayan.

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Un estudio publicado recientemente por la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE.UU. adoptó una perspectiva aún más a largo plazo en la que se analizaban 220.000 precios mensuales de bonos gubernamentales en divisas extranjeras cotizados en las Bolsas de Londres y Nueva York entre 1815 y 2016. En el análisis de estos dos siglos se ha puesto la lupa sobre 91 países y en ese tiempo, se han estudiado diversos episodios de impago, guerras y crisis mundiales. El trabajo llega a la conclusión de que la rentabilidad real superaba en un 4% anual a la de la deuda soberana estadounidense o británica, era comparable a la de la renta variable y superaba la de los bonos corporativos.

Si partimos de la base de que el peor de los escenarios, un impago, no se va a producir, surge la pregunta evidente de si los inversores en deuda de mercados emergentes tendrán que soportar mucha más volatilidad a lo largo del tiempo que los de otras clases de activo. De acuerdo con los expertos de Schroders, la respuesta es un no rotundo. “La figura 4 muestra la volatilidad de los segmentos más importantes de la deuda de mercados emergentes tanto con grado de inversión como de alto rendimiento desglosados en sus principales calificaciones crediticias en comparación con los bonos corporativos de EE.UU. Puesto que existen diferencias en la duración entre los mercados de deuda emergentes y el estadounidense, hemos normalizado esta variable para poder establecer una comparación”.

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Una vez ajustadas la calificación crediticia y la duración, ni la deuda corporativa de mercados emergentes ni la denominada en divisa fuerte con grado de inversión (que supone más del 50% de cada mercado) han registrado unos niveles de volatilidad mucho mayores que el crédito estadounidense después de la crisis. “Los datos a más largo plazo no son tan fiables debido a los importantes cambios que con el tiempo ha sufrido el mercado, pero la deuda emergente en divisa fuerte ha registrado valores parecidos en este tiempo. Dicho de otro modo, los inversores han podido aprovechar un incremento de los rendimientos y los diferenciales sin exponerse a una volatilidad muy superior”.

Conforme se profundiza en el espectro de riesgo, las cosas empiezan a no estar tan claras. La deuda de mercados emergentes en divisa fuerte con calificación BB ha registrado una volatilidad ligeramente inferior que el crédito estadounidense con esa misma nota si tenemos en cuenta la duración. Ahora bien, los bonos corporativos emergentes con esta misma calificación han demostrado ser más volátiles si se esta variable ajusta.

“De igual forma, la deuda corporativa de mercados emergentes y en divisa fuerte con calificación B ha registrado mucha más volatilidad que el crédito estadounidense en términos tanto absolutos como ajustados. No obstante, esto se compensa en cierta medida con unas rentabilidades y diferenciales de crédito más elevados. Tras la crisis financiera (desde el 2010), la deuda emergente en divisa fuerte y la corporativa con nota B han superado a los bonos estadounidenses con la misma calificación en un 0,4% y 0,5% anual, respectivamente”.