ESMA opta por el código de conducta para los proxy advisors frente a la regulación

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Foto: Gravitywave, Flickr, Creative Commons

La Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) ha publicado su informe final sobre los proxy advisors, figura que sirve como intermediario y asesor entre la compañía y el inversor para ayudar a éste a ejercer sus derechos de accionista en las juntas. En él, ESMA recomienda a la Unión Europea que elabore un código de conducta para estos agentes. Un código que podría comenzar a elaborarse en las próximas semanas, pues la autoridad ya ha hablado con instituciones que apoyan la iniciativa.

El informe, que llega tras el análisis de las distintas respuestas recibidas tras el lanzamiento de un documento de consulta en marzo del año pasado sobre la figura, concluye que no hay “fallos de mercado” relacionados con la interacción del proxy advisor y el inversor o la empresa, algo que requeriría una intervención regulatoria. Pero la autoridad sí identifica algunas preocupaciones relacionadas con la independencia, la precisión y la fiabilidad de su asesoramiento, por lo que aboga por mejorar la transparencia entre los accionistas. Por eso, frente a la vía regulatoria, opta por el código de conducta.

Ha recomendado la elaboración de un texto que se centre en dos principios básicos. En primer lugar, la identificación y gestión de los conflictos de interés: ESMA pretende que en ese caso, el asesor lo haga público y tome las decisiones adecuadas para mitigarlo. En segundo término, el fomento de la transparencia para asegurar la fiabilidad de las recomendaciones de voto: en este punto, el asesor debería proporcionar al inversor información sobre el procedimiento seguido para llegar a sus recomendaciones y también sobre las condiciones tenidas en cuenta para dar dicho consejo.

Dicha transparencia se fomentaría por tres vías: la difusión, por parte del asesor, de las políticas de voto y las metodologías de trabajo; la consideración de las características propias de los mercados locales y la información al inversor sobre la adecuación del consejo a las mismas; y la transparencia sobre las relaciones entre el proxy advisor y las empresas, de forma que se informe al inversor sobre la naturaleza de sus diálogos.

“Un código de conducta ayudará a mejorar el entendimiento del papel de los proxy advisors entre los emisores y los inversores, permiténdoles centrarse en impulsar una gobernanza corporativa robusta y contribuir así a la protección del inversor y a la eficiencia de los mercados”, comenta Steven Maijoor, presidente de ESMA. La propia industria creará el código de conducta, y la autoridad revisará los trabajos y el impacto del código dentro de dos años.

Sin regulación

Las conclusiones del informe de ESMA están en línea con las del grupo de trabajo que convocó la CNMV el año pasado.

El pasado verano, la asociación europea de fondos de inversión (Efama) contestó a ESMA rechazando una fuerte regulación de la figura, al considerar que el foco del problema que impide a los accionistas un ejercicio eficiente de sus derechos de propiedad y voto en las compañías no es solo de dicho asesor. “El papel del proxy advisor no es el tema más importante: mejorar el proceso de voto, reducir su coste, reafirmar su confidencialidad o asegurar que las empresas no ejercen presiones injustificadas serían objetivos más prioritarios”, decía en su documento de respuesta.

Para Efama, los asesores son más una fuente de información que de influencia, aunque algunos miembros de la asociación sí señalaban la necesidad de instalar medidas eficientes para asegurar que el derecho de voto lo ejerce el inversor y no el asesor.