Tras la última crisis, las agencias de rating están en pleno proceso de evolución y transformación, buscando un cambio reputacional y de estatus, lo que supone un punto de partida para una nueva regulación y la aparición de nuevos actores, pues los actuales han sido cuestionados ante su falta de competencia, responsabilidad, por su modelo de remuneración y su excesiva dependencia. Ante la falta de autoregulación de la industria, tanto en EEUU como en Europa ha dado comienzo una nueva reacción normativa, que en el caso europeo ha dejado a ESMA como entidad con potestad para certificar a las agencias para evitar los conflictos de interés, asegurar la calidad y la transparencia y establecer su supervisión.
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