Las últimas reuniones de la Reserva Federal y el BCE en el año han tenido un estilo muy dispar, pero comparten un mensaje común: el año nuevo arranca con muchas incógnitas. Entre tanto, 2017 ha terminado con un fortalecimiento de los datos macro que ha sido más que bienvenido por ambas instituciones monetarias, especialmente por el BCE. Si bien la apreciación del euro durante una parte del año ha sido ciertamente un dolor de cabeza para Mario Draghi, una vez despejado el riesgo político de la primera parte del año, lo cierto es que por fin parecen darse las ansiadas condiciones para empezar a normalizar la política monetaria en Europa.
Como ya se había señalizado en noviembre que el BCE empezará el mes de enero a reducir el volumen de compras de su programa PSPP (adquisición de deuda soberana), y los mercados daban tan por descontada la subida de tipos en EE.UU., nadie tenía grandes expectativas de una reunión del BCE marcada por fuegos artificiales: Mario Draghi comunicó el mantenimiento de todas las políticas actuales – tipos al 0%, tasa de depósito todavía negativa, en el -0,4%-, y hasta el año que viene. El BCE ha mantenido sin cambios su previsión de inflación para 2017 (1,5%) y la ha revisado dos décimas al alza para 2018, hasta el 1,4%. El crecimiento se ha revisado dos décimas al alza para 2017, hasta el 2,4%, y hasta cinco décimas para 2018, hasta el 2,3%.
“El BCE se ha visto forzado a mejorar significativamente sus previsiones del PIB pero todavía son increíblemente precavidos con la posibilidad de que esto haga subir materialmente la inflación en el corto plazo. Todo esto establece un final de año tranquilo para los inversores” resume James Athey, gestor de Aberdeen Standard Investments. El gestor advierte de que “2018 podría ser una historia diferente”. Se refiere a que “la política vuelve a tener el potencial de hacer descarrilar los mejores planes del BCE siendo el riesgo más evidente las elecciones italianas”.
Aunque el BCE ha comunicado que reducirá sus compras de activos mensuales a 30.000 millones de euros entre enero y septiembre de 2018, la economista de Groupama AM Maryse Pogodzinski señala que “el BCE sigue sin dar pistas sobre las fechas del abandono definitivo de su QE” y, además, que el banco central no está dispuesto a cambiar su política de comunicación, “ guardándose así la opción de ajustar su programa al alza en tamaño y/o duración si fuese necesario”. Dicho esto, la economista cree que no se modificarán los tipos de interés “hasta bien pasado el final de su QE” y que, como ya hizo la Fed, se mantendrá la reinversión de los activos del balance que lleguen a su vencimiento “por un periodo prolongado”.
Sobre las proyecciones económicas presentadas en esta última reunión, la experta afirma que “si bien el BCE valida la fuerte dinámica cíclica, la proyección de la trayectoria de la inflación sigue siendo muy gradual; el objetivo no es el crecimiento sino la inflación”. Justifica esta prudencia por dos razones: la primera, ante la perspectiva del BCE de que se cierre en 2018 la brecha de producción, acelerándose la inflación salarial y de los precios al consumo; la segunda, porque Draghi “quiere gestionar bien las expectativas de los mercados con el fin de evitar un endurecimiento demasiado brusco y/o prematuro de las condiciones financieras”.
Marilyn Watson, responsable de estrategia global de renta fija basada en fundamentales de BlackRock, destaca la notable revisión al alza del PIB para 2018, junto con la confianza expresada por Draghi en que la inflación alcance el objetivo del 2% “aunque ese mensaje fue atemperado por las previsiones de inflación, al permanecer pode bajo del objetivo para los próximos tres años”.
Wolfgang Bauer, gestor de M&G Investments, se muestra optimista con el provenir: “Es probable que el BCE siga procediendo muy cautamente en su persecución de la política monetaria”, observa por un lado. Por otro, comenta que el actual entorno de “actividad económica que se está acelerando e inflación modesta, debería proporcionar un apoyo sólido a los bonos corporativos europeos”.
Mientras tanto, en Estados Unidos…
En la que ha sido la penúltima reunión del FOMC dirigida por Janet Yellen, el banco cumplió con todas las expectativas y subió los tipos de interés por tercera vez en el año, hasta 1,25%- 1,5%. Las gestoras internacionales han calificado esta subida como dovish porque “el banco central no incrementó sus expectativas sobre la trayectoria de los tipos de interés: el gráfico de los puntos no cambió, al esperar 3 subidas de 25 puntos básicos el año que viene y dos en 2019”, tal y como señala Keith Wade, economista jefe de Schroders.
El experto interpreta esta decisión, en un contexto de expectativas de crecimiento más elevadas, como un signo de que “podría reflejar las preocupaciones continuas sobre una inflación apagada”, dado que la Fed no ha cambiado su previsión para el coste de la vida, que sitúa en el 1,9%. Según Wade, esto indica que “los banqueros centrales creen que la curva de Phillips se mantendrá plana a pesar de la caída de la tasa de desempleo a sus niveles más bajos desde hace 17 años”.
Son opiniones con las que coincide Mondher Bettaieb, gestor de Vontobel AM. Éste añade que, frente a la proyección del gráfico de los puntos, cree que en realidad “veremos dos en cada uno de los años, pues la Fed no está satisfecha con las perspectivas de inflación y por ello dejarán que la economía se caliente un poco más de lo que está hoy en día”. “Si acometen finalmente cuatro subidas de tipos, dos cada año, esto sería benigno para la economía”, sentencia.
Los expertos de Legg Mason Global AM destacan por su parte el hecho de que “asombrosamente, hubo dos miembros discrepantes en el FOMC, que votaron en contra de la subida de tipos con el argumento de que la economía necesita más tiempos para ganar fuelle”. Estos disidentes fueron Charles L. Evans y Neel Kashkari, gobernadores respectivamente de la Fed de Chicago y la Fed de Minneapolis.
La gestora también observa que “los mercados financieros también parecen tener una postura diferente” a los planes comunicados por la Fed, dado el aplanamiento de la curva de tipos estadounidenses. “Tenemos en cuenta esta señal de alarma en la curva de rendimientos en su valor nominal”, afirma al respecto Ken Leech, director de inversiones de Western Asset (Legg Mason).