Las tendencias y los cambios en las dinámicas que se están produciendo por parte de los inversores en el uso de los distintos productos dibujan un entorno complejo. Del análisis de los flujos se pueden extraer conclusiones sobre lo que está sucediendo.
El 2016 pasará a la historia como un año positivo para la industria de fondos europea. Los activos bajo gestión tocaron un nuevo máximo histórico al alcanzar los 9,4 billones de euros, mientras que las entradas netas fueron de 268.700 millones, según datos de Lipper Thomson Reuters. Si bien esta cifra está por debajo de los 368.000 millones de 2015 y los 351.000 de 2014, sigue siendo un volumen muy por encima de la media de largo plazo (162.200 millones). El problema es que si se analizan con detenimiento los datos, éstos revelan una realidad no tan bonita para los promotores de fondos de gestión activa. Y es que, de esos 268.700 millones de entradas netas recibidas por el sector en 2016, 111.000 millones los captaron productos del mercado monetario, mientras que otros 41.000 se fueron a ETF. Es decir: más de la mitad de todo lo captado por la industria europea el año pasado se fueron a estrategias de bajo coste.
Analizar con detalle las cifras es importante, ya que permite tener una mejor comprensión de las tendencias y de los cambios en las mismas. Si se desglosan las cifras por clase de activo se pueden apreciar algunas dinámicas preocupantes para el sector. Este es el caso, por ejemplo, en renta variable. “Desgranando los datos globales de flujos en renta variable (-28.200 millones), se podría concluir que los inversores europeos se han vuelto más cautos reduciendo el riesgo de sus carteras. Pero, mientras que los fondos de gestión activa experimentaron en 2016 salidas netas de 43.700 millones, los fondos pasivos experimentaron entradas netas por 15.500 millones. Esto podría llevar a pensar que los inversores europeos han tomado una decisión contra los fondos de renta variable gestionados activamente y ahora parecen favorecer a los ETF”, asegura Detlef Glow, responsable de Análisis de Thomson Reuters Lipper para EMEA (ver gráfico 1).
¿Están por tanto los ETF comiéndole la tostada a los fondos activos? Para responder a esta pregunta es necesario tomar en consideración ciertas realidades. La primera, que parte del gap en los flujos se explica por la construcción de posiciones de asset allocation, en países o sectores donde se considera más eficiente hacer una asignación pasiva. Eso significa que los fondos de gestión activa deberían sacar ventaja de las ineficiencias de los mercados y ganar una prima en comparación con las estrategias pasivas, y al revés, si un sector o mercado concreto es considerado eficiente. No obstante, en determinadas categorías se hace muy difícil comprender la evolución de los flujos. Algunos ejemplos serían los que representan las categorías de bolsa americana y bolsa británica, donde los flujos hacia fondos activos fueron negativos mientras que los flujos hacia productos pasivos fueron positivos (ver gráfico 2).
“Una suposición sencilla podría ser que los inversores vendieron los fondos activos para sustituirlos parcialmente por ETF, pero dadas las citas electorales que tuvieron lugar en Estados Unidos y Reino Unido el año pasado, esta explicación no muestra toda la fotografía. En realidad, creo que los inversores redujeron su exposición estratégica a ambos mercados a través de productos activos antes del Brexit y de la elección de Donald Trump para posteriormente volver al mercado de manera táctica. Esto significaría que los inversores europeos no necesariamente prefieren los ETF por defecto, sino que han tomado una decisión táctica de asset allocation y utilizado estos productos para una estrategia a corto-medio plazo, en lugar de recurrir a los fondos activos, los cuales suelen seguir un enfoque más de largo plazo, el cual podría no generar resultados positivos en un horizonte de inversión de corto plazo”, explica Glow.
Si esta observación es errónea, el 2016 podría ser el año en el que se produjo el gran cambio en la mentalidad de los inversores europeos, que habrían comenzado a reemplazar sus posiciones en fondos de renta variable de gestión activa por productos de bajo coste. O quizás el fenómeno de la gestión pasiva sea una tendencia puramente cíclica. Es pronto para saberlo. Lo que está claro es que los ETF son productos ampliamente aceptados y usados por los inversores europeos, los cuales se están convirtiendo en una amenaza para los fondos activos. "Hay que reconocer el avance de la gestión pasiva, por costes y porque la gestión activa no siempre ha proporcionado los resultados previstos. Pero, con unos mercados de renta variable en máximos, entramos en un momento de alfa y es previsible que la gestión activa empiece a ofrecer mejores resultados”, defiende Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM para Iberia y Latinoamérica.
Su experiencia le dice que, estructuralmente, a medio plazo (tres años), la gestión activa es más recomendable, pues proporciona valor añadido. “En ese período, en general, las 20 mejores estrategias suelen mantenerse, ofreciendo rentabilidades por encima del mercado”, afirma. Por el contrario, Rengifo reconoce que la gestión pasiva puede ser más útil a corto plazo, una idea que encajaría con la tesis defendida por Glow sobre lo sucedido el año pasado con los flujos hacia las bolsas de Estados Unidos y Reino Unido. De cara al futuro, la clave podría estar en los efectos de MiFID II y la estrategia que sigan los inversores para generar alfa. “Determinadas instituciones consideran que para carteras globales la mitad del alfa procede de la asignación de activos, mientras que en carteras específicas hasta el 80% del alfa puede provenir de la selección de los valores”, subraya el responsable de Pictet AM en una entrevista con Funds People.