Dependerá del tipo de mercado en el que se quiere invertir y de qué objetivo se persiga obtener. Los ratios de selección también cambian en función de cada producto.
En los últimos años se ha hablado mucho de una guerra entre la gestión activa y la pasiva y parece claro que el rol de la gestión activa está llamado a adaptarse a un contexto de mercado en el que la pasiva gana cada vez más cuota. Pero lo cierto es que ambos tipos de gestión siguen siendo complementarias a la hora de configurar la cartera de los inversores. La elección de una u otra dependerá del tipo de mercado en el que se quiere invertir y de qué objetivo se persiga obtener con la inclusión de un determinado fondo activo o de un ETF.
Lo primero que habría que definir es si la inclusión de uno u otro obedece más a una decisión estratégica o táctica. "Si la decisión es aumentar la exposición de renta variable de manera táctica, la inversión se realizará mediante gestión pasiva, puesto que es la mejor manera de ganar beta a mercado", explica Jorge González, head of Fund Analysis & Research en Tressis. Más si esa posición táctica que se quiere tomar es tan específica que no está cubierta por fondos de gestión activa. "Si, por ejemplo, queremos exposición, normalmente táctica, a ciertas regiones más nicho y donde no tenemos capacidades y oferta para escoger entre fondos de gestión activa o es una jugada de apostar por una región concreta, puede ser interesante invertir a través de ETF", explica Francisco Julvé, responsable de productos de terceros en A&G.
También influye el área geográfica al que se quiera ganar exposición ya que a mayor eficiencia del mercado, mayor dificultad de batir a los índices, y viceversa. "En mercados menos eficientes, como los emergentes en renta variable o como la deuda corporativa high yield en renta fija, tiene más sentido buscar alguien que nos aporte con la selección de valores y nos evite problemas puntuales como pueden ser defaults", explica Juan Luis Luengo, senior research analyst en Santander Private Banking.
Qué ratios tener en cuenta para seleccionar cada producto
Al igual que la elección de uno u otro vehículo cambia en función de la estrategia que se quiera seguir, también lo hacen los criterios que se utilizan a la hora de seleccionar el fondo o el ETF que se quiera incluir en las carteras. "Los criterios de selección no son los mismos. En el caso de ETFs tienen mucha importancia aspectos que podríamos denominar más operativos en los que buscamos asegurarnos de invertir o seleccionar las estrategias más eficientes, como costes transaccionales, volumen, liquidez, market makers, metodología de réplica, y otros más cualitativos como la gestora y su track record o historial como proveedor de ETFs", explica Julve.
Por su parte, Juan Luis Luengo también da importancia a que "los tracking difference que sean bajos o a que el vehículo cotice en aquellos mercados en los que estamos interesados" y, como norma general, tienen preferencia por productos de réplica física.
Sin embargo, en la selección de fondos de gestión activa entran en valor criterios más cualitativos. Por ejemplo, se fijan más en ratios como sharpe, sortino, ratio de información y también de tracking error así como en el proceso de toma de decisiones por parte del gestor. Al fin y al cabo, según apunta Jorge González, "cuando compras gestión activa el peso de los factores cualitativos es vital, mientras que en el caso de la gestión pasiva no realizamos ningún tipo de análisis cualitativo del producto, únicamente de la gestora".