Inflación subyacente:  qué es y por qué es el IPC en el que realmente se fijan los bancos centrales

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Foto: dieter-de-vroomen (Unsplash)

La semana pasada España publicó que su dato de inflación había bajado del nivel del 2%. En concreto, el IPC se quedó en junio en el 1,9% convirtiendo a España en la primera gran economía de la eurozona que registraba un dato inferior a ese 2% que se marca como objetivo el BCE. Sin embargo, la inflación subyacente sigue estando muy por encima de esos niveles y ésta es precisamente la que más tienen en cuenta los bancos centrales a la hora de fijar su política de tipos. En esta entrada del Glosario de FundsPeople explicamos qué es y por qué es en la que más hay que fijarse.

¿Qué es la inflación subyacente?

 La inflación subyacente es aquella que calcula la evolución de los precios sin tener en cuenta ni los precios de la energía ni la de los alimentos no elaborados. Sí incluye todo lo demás: alimentos procesados, ropa, restauración, comunicaciones, ocio, cultura.

El término se introdujo por primera vez en 1970 a partir de un conflicto bélico que implicó a varios países productores de petróleo y que hizo, por tanto,  dispararse el precio del crudo. "Esto ocasionó, primero, un aumento en el coste de los sectores económicos que dependían directamente de él para funcionar -como el transporte o la industria- y, después, en los que dependían de forma indirecta -como la producción de insumos agrícolas o textiles", explican desde Santander en su blog. De ahí que se buscara un nuevo mecanismo para medir la inflación que no tuviera en cuenta esos efectos y con el que se pudiera analizar el comportamiento de los precios al margen de esas situaciones puntuales.

¿En qué se diferencia de la inflación?

Como se ha explicado en el párrafo anterior la principal diferencia entre la inflación y la inflación subyacente es que esta última no tiene en cuenta los precios de la energía ni tampoco de los alimentos frescos (así se evita también el impacto que los eventos climáticos puedan en los precios de los alimentos).

La otra gran diferencia es el tiempo en el que se mide. Mientras que la inflación compara sobre todo la evolución de los precios a largo plazo, normalmente anual, la subyacente permite medirla de forma mensual o trimestral.

¿Por qué hay tanta diferencia entre una y otra?

Poniendo el caso de España, en concreto el dato de junio, se ve que mientras que el IPC general quedó en niveles del 1,9%, la inflación subyacente en el mismo mes fue del 5,9%. Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, estrategas globales de mercados de Natixis IM Solutions, explican las causas. "Mientras que el descenso del IPCA de junio siguió explicándose principalmente por los componentes volátiles, como la energía y los alimentos frescos, la inflación subyacente, que excluye estos componentes volátiles, se ajustó sólo modestamente, reflejando su naturaleza volátil", explican.  En ello influye también el efecto base ya que la tasa actual se compara con la de hace un año, cuando los precios de la energía  y de las materias primas estaban en máximos.

Además, explican que detrás de que esa inflación subyacente que sigue alta, y no solo en España, está el sector servicios que a su vez impulsa una mayor demanda de mano de obra y, un aumento, por tanto, de la inflación salarial. "El crecimiento salarial debería mantenerse mecánicamente por encima de su nivel anterior a la crisis y seguir alimentando la inflación subyacente a través de efectos de segunda ronda", afirman estos expertos.

Una idea en la que también incidían desde DWS tras conocerse el dato de inflación subyacente en la eurozona: 5,4%. "El problema son los servicios, que a menudo requieren mucha mano de obra y, por tanto, se ven directamente afectados por los aumentos salariales y la escasez de mano de obra en el mercado laboral", explica Ulrike Kastens, economista en la gestora.

¿Por qué es importante para los bancos centrales?

Detrás del giro en la política monetaria que han llevado a cabo los bancos centrales está la lucha por reducir una inflación que hace apenas un año superó niveles del 10%. De momento, las diferentes alzas en el precio del dinero unido a la caída en los precios del petróleo y de otras materias primas han dato buenos frutos.

Pero estos se han notado sobre todo en las tasas de IPC y no tanto en las subyacentes, al menos en Europa. De ahí que en su última reunión de mayo, el BCE elevara sus previsiones de inflación subyacente para la eurozona hasta el 5,1% en 2023, y que descienda hasta el 3% en 2024 y el 2,3% en 2025. Y de ahí también que el consenso de mercado haya dejado de esperar bajadas de tipos, al menos en Europa, para este año.

¿Conseguirá la política monetaria impactar a la baja en esta inflación?

De momento lo que descuenta el mercado son dos nuevas subidas de tipos por parte del BCE, en julio y septiembre. Y queda por ver el efecto que éstas tendrán en la inflación general y también en la subyacente.

Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, explicaba recientemente que ese efecto, llegando un punto, será limitado. "Hay un punto en el que las subidas de tipos ya no tendrán efecto, pero no estamos ahí aún; lo previsible es que sigan subiéndose los tipos", afirma.

Explica que ese punto es lo que se conoce como barrera natural y que está ligado a la tasa de inflación subyacente. "Cuando los tipos estén al mismo nivel que las expectativas de inflación subyacente a largo plazo subir los tipos no funcionaría", afirma. Y matiza que no tendrá ese efecto porque no va acompañado de otras medidas como la reducción de balances de los bancos centrales o por el recorte del gasto por parte de los Gobiernos.