Interpretación del tracking error (debilidades y fortalezas)

merino
Foto cedida

Históricamente este estadístico no era objeto de análisis y la manera de actuar con respecto a los gestores se basaba en la prueba y error: al gestor se le daba libertad para alejarse del índice de referencia cuando aportaba valor y se le reducía en caso contrario. Pero a raíz de la crisis de las puntocom muchas entidades decidieron endurecer los límites a la inversión y empezaron a utilizar este indicador como medida de control, a menudo con exceso de celo, con la idea de que un exceso de tracking error podría ser negativo globalmente para la entidad. Pero... ¿cuáles son las ventajas y los inconvenientes de tener un tracking error elevado?

Peligros de un tracking error elevado:

• Coste de oportunidad.

Que una cartera tenga tracking error no implica asumir más volatilidad que su índice de referencia (el gestor podría alejarse del mercado eligiendo activos con menor riesgo y mayor rentabilidad), pero sí incurrir en un coste de oportunidad: el mercado podría apreciarse y la cartera perdería parte de esa subida por estar más expuesta a otros sectores o activos.

• Dejar a un lado el mercado.

El hecho de que el gestor se centre demasiado en los valores que crea que vayan a tener un comportamiento mejor puede hacer que descuide el riesgo de mercado y pierda su retribución en momentos determinados. Toda gestión equilibrada debe de tener una parte de riesgo de mercado y otra de riesgo específico.

Aspectos positivos de un tracking error elevado:

• Huida de la indexación.

Evidentemente, frente a la gestión que camina como una procesión detrás del mercado, el que exista un tracking error da aire y diversidad.

• Aporte de valor en momentos de mercados complicados.

La única manera de aportar valor (alfa) en momentos de mercado complicados es salirse de lo establecido y apostar por activos/sectores que puedan estar descorrelacionados con la situación.

• Justificación de las comisiones.

En la gestión activa se asume más riesgo (específico) en busca de una mayor rentabilidad que la que ofrece el mercado, y esto hace más fácil justificar las comisiones derivadas la gestión.

Aspectos positivos de un tracking error bajo

• Control de la gestión.

Conceder tracking error y no utilizarlo adecuadamente o incurrir en algún quebranto puede dañar la imagen corporativa de toda la entidad. La utilización de este indicador permite mantener la gestión acotada y preservar así reputacionalmente a la marca, evitando el potencial daño en la imagen y confianza de los clientes.

• Eliminar un riesgo en la gestión.

Tenemos bastantes riesgos siempre asociados a una inversión (riesgo divisa, riesgo de mercado, riesgo de liquidez, riesgo de crédito). El hecho de controlar el riesgo del gestor atenúa el riesgo global de la inversión.

• “Las pruebas con gaseosa”.

No todo el mundo sabe hacer todo, no todo el mundo que asume tracking error tiene la virtud de aportar. Si se es consciente de ello, quizás sea mejor mantener bajas desviaciones con respecto al índice de referencia e intentar ser eficiente con el riesgo de mercado (utilización de la beta).

Aspectos negativos de un tracking error bajo:

• Gestión por tracking error.

Crear un ambiente que provoque que al gestor no se le deja respirar y que sienta que no puede aportar nada, puede que sea realmente negativo para la gestión. Convertir la gestión en un mero ajuste a mercado con pequeñas variaciones es muy poco gratificante para el gestor y para los inversores.

• Dificultad de aportar alfa

Sin alejarse del índice, aportar alfa tiene dificultad máxima. La gestión pasiva de utilización de beta (sobreponderado en el mercado cuando se cree que va a subir e infraponderado cuando se cree que va a bajar) acaba siendo ineficiente en el tiempo y destruyendo valor .

Como se puede ver, el tracking error es más que un simple indicador de riesgo. Marca el estilo de gestión y es interesante tanto para gestores, analistas e inversores. Se puede utilizar como arma de control, y si bien su aplicación puede ser efectiva, también puede convertirse en un arma de doble filo al acotar demasiado la actuación del gestor.

Frente a la dicotomía tradicional de gestión activa frente a gestión pasiva, los últimos años de rentabilidades planas pusieron de moda entre los inversores institucionales la denominada  estrategia de “portable alpha”, que implica la exposición al mercado (beta) mediante derivados baratos que siguen al índice de referencia, liberando dinero extra para invertirlo a través de gestores que “aporten alfa”, a los que se les otorga más tracking error.

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