La rentabilidad real: por qué una inflación creciente complica la vida al inversor

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uruss, Flickr, Creative Commons

Se esperaba que el dato de inflación del mes de marzo fuera elevado sí, pero eso no quiere decir que no duela el hecho de que los precios en España subieron un 9,8% en marzo en España respecto al mismo mes del pasado año, según el dato adelantado por el Instituto nacional de estadística (INE). Supone un nuevo récord para el IPC no visto desde 1985 e implica el sexto mes en el que los precios suben más del 5% en tasa interanual.

Fuente: INE

La causa está en la crisis energética que estamos viviendo con los altos precios de la electricidad, que marca récords día tras día, unido a las subidas en los precios de los carburantes que se han intensificado aún más con la guerra de Rusia contra Ucrania, así como los precios de las materias primas agrícolas. Y estas alzas inflacionistas, que ya no parecen tan transitorias como en el pasado, no solo hacen mella en el consumo al no ir acompañadas de aumentos similares en los salarios, sino también en el ahorro.

Al fin y al cabo, todo inversor debe buscar una rentabilidad por sus inversiones que al menos les permita cubrir el aumento del coste de vida. Es decir, una rentabilidad real (rentabilidad del activo restándole la inflación) que resulte positiva. Y con una inflación alta, y en contexto de tipos bajos, esa tarea no es fácil de conseguir.

¿qué es rentabilidad real?

Rescatamos este concepto y lo explicamos aplicado al caso de los bonos, muy ligados al inversor conservador. Ante un contexto inflacionario, los tenedores de deuda suelen exigir una mayor TIR (la rentabilidad que le exige el mercado hoy en día) a modo de compensación, lo que influye en el atractivo del bono como inversión.  No hay que olvidar que los precios de los bonos se mueven en dirección opuesta a sus TIR, por lo que, ante un aumento de la inflación, es probable que se produzcan caídas en el precio de la deuda. Por eso es importante en este momento diferenciar la rentabilidad nominal de la rentabilidad real a la hora de calibrar la inversión en un producto de inversión como es el bono.

Cuando hablamos de rentabilidad nominal nos referimos a una primera aproximación de la rentabilidad que los inversores recibirán por su inversión. Esta tiene en cuenta el tipo de interés nominal o TIN, es decir, el porcentaje que se agregará al capital cedido como remuneración durante un periodo determinado. Sin embargo, la rentabilidad real tiene en cuenta factores externos. Uno de los más importantes la inflación, aunque también tiene en cuenta otros como impuestos y costes de la inversión. Es decir, cuando hablamos de rentabilidad real nos referimos al retorno de la inversión ajustado a los cambios en la economía.

La renta fija ha vivido tiempos muy buenos en los últimos años gracias a la combinación de tipos de interés casi a cero e inflación inexistente. Pero este escenario parece estar cambiando ya que aunque los bancos centrales han iniciado un proceso de normalización monetaria e incluso alzas de tipos, éstas están muy lejos de las tasas de inflación altas que se están viendo ya no solo en España sino en el resto del mundo. Y esa diferencia entre el coste de vida y los tipos deja claro que para obtener rentabilidades que superen esa alta inflación hay que asumir más riesgo.

El problema de ser conservador en este contexto

Estas rentabilidades reales negativas también son más que visibles en todos aquellos que se decantan por los depósitos. Según los últimos datos publicados por Inverco sobre los activos financieros de los hogares españoles, los depósitos y cuentas corrientes siguen marcando récord y roza el billón de euros. De hecho, suponen el 41% de todo el ahorro de las familias . Y la rentabilidad media de los depósitos a 12 meses está entre un 0 y 0,55%, según los datos de Helpmycash.

Un estudio de EFAMA, del que nos hacíamos eco en este artículo, analizaba con números el coste de oportunidad y la pérdida de poder adquisitivo de los inversores que eligen los depósitos como vehículo de inversión. En la última década si pusiéramos de ejemplo una inversión de 10.000 euros, vía depósitos habría perdido 1.000 euros.  Y eso, en un contexto de inflaciones bajas como las que se han disfrutado en la última década.

A esto hay que sumar que si bien los fondos de inversión han ido ganando peso en el ahorro financiero hasta suponer un 15% sobre el total, gran parte del patrimonio sigue estando en productos de bajo riesgo con la renta fija protagonista. En concreto, el 26% del patrimonio en fondos está en renta fija, según los datos del informe anual sobre fondos y pensiones que publica Inverco, la categoría que, en un contexto de tipos bajos, sigue teniendo más dificultades para batir a una inflación disparada.