El crecimiento de la ISR ha traído consigo un sinfín de términos nuevos que se han incorporado al vocabulario de las gestoras.
En este glosario de FundsPeople ya hemos hablado de algunos como el greenium, el greenwashing o las diferencias que hay entre la ASG, ESG O ISR. Ahora le toca el turno a uno cuya popularidad ha crecido tras la crisis del COVID-19: el stewardship.
¿Qué es?
En una guía sobre sostenibilidad y gestión de activos elaborada por Afi, Allianz Global Investors y finReg360 a la que se puede acceder aquí definían así el concepto: herramienta que complementa la ISR e implica participación activa por parte de los inversores a la hora de conseguir un viraje ESG de la empresa donde invierten. “La utilización de esta herramienta está ganando un gran protagonismo en el sector, que se verá impulsado todavía más por las novedades normativas en esta materia”, apuntan en el informe.
Tipos de stewardship
Esa participación, que se lleva a cabo de forma trasversal, puede hacerse de dos maneras diferentes.
- Engagement.
Se refiere a la necesidad de establecer un diálogo de forma activa entre la empresa y sus inversores con el objetivo de alcanzar conjuntamente unos objetivos ESG.
- Voto activo
Se refiere a la capacidad de los inversores por utilizar sus votos en las Juntas de accionistas para conseguir un objetivo determinado. Este voto puede hacerse de manera directa acudiendo a las juntas de forma individual o de manera indirecta a través de plataformas y proxy advisors.
Una variante esta última que está creciendo no solo porque implica una reducción de los recursos sino porque se consigue presionar de una manera conjunta . “El activismo accionarial a través del derecho a voto o a través de las delegaciones de voto en la Junta de Accionistas Anual de las empresas es el principal medio por el cual los accionistas pueden influir en las estrategias y prácticas ASG de los emisores”, apuntan desde Spainsif
Tanto el engagement como el voto activo pueden hacerse de diferentes maneras: de forma directa, de forma mixta o de forma colectiva.
Algunos ejemplos de iniciativas colectivas son Climate Action 100+, cuyo objetivo es aunar bajo un mismo marco de actuación a una serie de inversores institucionales que puedan ejercer “collective engagement”. Otro ejemplo más reciente sería la puesta en marcha de Net Zero AM , una iniciativa que busca alcanzar la meta de cero emisiones netas de carbono en todos los activos bajo gestión entre sus objetivos para 2050 o antes y en la que participan 30 gestoras a nivel mundial.
¿Qué se pretende con ello?
Lo que se pretende no es solo es influir en las decisiones de una compañía sino también mitigar sus riesgos de cara al largo plazo. Al fin y al cabo, la crisis del COVID ha sido un ejemplo de cómo las compañías con mejores notas en ESG han capeado mejor las caídas. Tanto las vistas en los mercados en un año tan volátil como 2020, como a flujos de activos. Como ejemplos, este estudio de la gestora Fidelity o éste de Morningstar.
“Además del enfoque de riesgos, la participación activa genera también un impacto positivo en el entorno, ayudando a las empresas en las que se invierte a mejorar sus pautas de trabajo y su forma de abordar las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad”, apuntan en el informe sobre Sostenibilidad y Gestión de activos.
Si quieres profundizar en el tema, te recomendamos leerte el módulo Active Ownership: principios básicos y cómo llevar la teoría de la ASG a la práctica de FundsPeople Learning en colaboración con LGIM.