Harvard empieza a utilizar ETF en la gestión de su super endowment

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La adaptación de los fondos de gestión pasiva por parte de los inversores estadounidenses se está acelerando. A cierre de 2016, el 36% del total de los activos gestionado por la industria en Estados Unidos estaba invertido en estrategias indexadas. Cada vez son más los inversores que los incluyen en sus carteras. También desde el ámbito institucional, donde muchas carteras son hoy una mezcla de fondos activos y pasivos. El caso más reciente de la adaptación por parte de los inversores institucionales de los ETF lo hemos visto desde Harvard, cuna anglosajona del conocimiento. La Universidad de Harvard tiene un fondo con aproximadamente 35.000 millones de dólares en activos. Es lo que se conoce como un super endowment. El de Harvard presume de ser el más grande del mundo y representa el 8% de todo lo que mueven los endowments americanos (500.000 millones de dólares).

La noticia en relación al super endowment de Harvard es que, por primera vez en la historia, la principal posición de su vehículo de inversión es un producto de gestión pasiva, concretamente un fondo cotizado de high yield de BlackRock: el iShares iBoxx $ High Yield Corporate Bond ETF. Lanzado hace exactamente diez años, se trata de un producto cuyo objetivo es replicar los resultados de un índice compuesto por bonos corporativos de alto rendimiento denominados en dólares de Estados Unidos. El 81% de los activos del ETF están invertidos en el mercado americano, aunque también mantiene exposición a Canadá (3,7%), Reino Unido (3,3%), Luxemburgo (2,6%), Holanda (1,8%), Francia (1,5%), Italia (1,2%) y Alemania (1,2%). El éxito del producto ha sido muy notorio, como demuestra que, en estos momentos, el iShares iBoxx $ High Yield Corporate cuente con un volumen de activos bajo gestión superior a los 17.000 millones de dólares.

El super endowments de Harvard ha destacado por haber sido capaz en los últimos diez años de superar las rentabilidades obtenidas por el resto de endowments americanos. Su fondo se ha posicionado entre los diez mejores endowments, de un total de 800 que existen actualmente en Estados Unidos. Tan es así que, durante los últimos 15 años, la rentabilidad anualizada cosechada por Harvard ha duplicado la generada por una cartera mixta compuesta al 60% por renta variable estadounidense y al 40% por renta fija.

Harvard es una institución privada que se financia a través de las cuotas que pagan sus estudiantes y de las donaciones que realizan sus antiguos alumnos. Por lo general, esas cuotas y donaciones van a parar al fondo de inversión. Con todo este dinero, la universidad hace frente a los gastos corrientes que tiene que afrontar un centro de este tipo, como cubrir las nóminas de sus empleados, mantener las instalaciones, otorgar becas o pagar a sus directivos. El gasto anual aproximado para cubrir sus gastos ordinarios suele oscilar entre el 3 y el 5% de los activos que estas instituciones tienen invertidos en sus fondos. El hecho de tener muy claro cuál es el objetivo de inversión define la estrategia que siguen los endowments. Estos fondos, que en la mayoría de los casos apuestan por una cartera diversificada entre las distintas clases de activo, no tienen horizonte temporal preestablecido. Son estrategias a perpetuidad.

Los gestores de estos vehículos, que en algunos casos han sido profesionales muy reputados de la industria (Mohamed El-Erian gestionó el endowment de Harvard), no alteran su posicionamiento en función del comportamiento que registren los mercados a corto plazo. La filosofía que subyace es la Teoría Moderna de Carteras de Markowitz, que dice que la rentabilidad ajustada al riesgo de una cartera puede optimizarse diversificando en activos con distintas correlaciones. Para estos inversores, la asignación de activos es el pilar básico y esta acostumbra a ser muy estable. La rotación anual de las carteras suele ser muy baja. El único cambio significativo que han realizado a lo largo de los últimos 15 años los grandes fondos universitarios ha sido reducir el peso de la renta fija (que baja del 16% al 10%) y duplicar el de activos reales (cuyo peso aumenta del 14% al 28%).