Implicaciones para el inversor del tapering en EE.UU: el inicio del fin

Jerome Powell. Foto cedida (Federal Reserve)

Aún no conocemos con precisión ni cuándo ni como será, pero sabemos que llegará en los próximos cuatro meses. Hablamos del tapering. Del fin de la compra de activos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. El principio del final de esta nueva ronda de estímulos monetarios.

La Fed dejó clara sus intenciones durante el simposio celebrado en Jackson Hole. El plan, atendiendo a las circunstancias actuales, es comenzar el tapering en 2021. Por logística, esto reduce las posibilidades a apenas dos reuniones: o la de septiembre o la de noviembre. Porque necesitará una primera cita para comunicarlo al mercado y una segunda (a más tardar, la de diciembre) para implementarla. Este miércoles por la tarde obtendremos una pista más.   

Y es que no hay un consenso claro en el mercado. Es un proceso que incluso se podría dilatar las tres próximas reuniones. Por ejemplo, con una advertencia formal esta reunión del 22 de septiembre de que la reducción gradual está en camino, luego un anuncio completo en la reunión del 3 de noviembre, incluida la velocidad crucial del proceso, para su implementación a partir de la reunión del 15 de diciembre, como ve probable Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM. Y aún así Moëc insiste en que aún pueden haber muchos cambios. Jon Day, gestor de Newton (BNY Mellon IM) opina en similar línea. “El mensaje de la Fed puede volverse más urgente, pero serán pacientes en cuanto a anunciar un comienzo formal de la reducción gradual. La reunión de noviembre parece un momento más sensato para disparar el tiro de salida”, opina

Implicaciones para la renta fija

Pero hablar de normalizar no necesariamente es negativo para la renta fija. “Parece difícil cambiar el régimen de tipos bajos más tiempo, dada la naturaleza desigual de la recuperación”, reconoce Mondher Bettaieb-Loriot, responsable de Bonos Corporativos de Vontobel AM. En su opinión, el punto débil sigue siendo la inflación. Y ante la duda, la Fed optará por ser más cauta que agresiva a la hora de tocar los tipos de interés. Y es que en esto sí hay consenso. Las gestoras internacionales ven a una Fed prudente y mesurada con los siguientes pasos. Así, el equipo de Global Macro y Asignación de Activos de Fidelity ve poco probable una subida de tipos antes de 2023.

No obstante, el debate sobre los precios seguirá. “La inflación real podría permanecer por encima del objetivo durante más tiempo, poniendo a prueba la tolerancia de la Fed”, reconocen. Y Moëc coincide en citar la inflación como el punto de la discordia. “Los datos más recientes sugieren que algunos de los elementos que habían empujado la inflación subyacente a un máximo de tres décadas han comenzado a estabilizarse”, resalta.

Pero antes de que se cuestione la visión transitoria, desde Fidelity esperarían una modesta inclinación de la curva. Por eso, mantienen una duración negativa en sus conjuntos de decisiones de asignación de activos tácticos, con preferencia por las áreas de mayor rendimiento del mercado crediticio.

Bettaieb-Loriot también es poco probable que los rendimientos de los bonos del Tesoro vuelvan a subir. También favorece a los corporativos a ambos lados del Atlántico. “Por eso seguimos cómodos con nuestra idea de que los diferenciales no son demasiado estrechos en el mercado europeo de grado de inversión”, argumenta. “La segunda mitad del año podría ser un periodo muy atractivo para el carry, ahora que Jackson Hole nos ha dado una buena pista de que los rendimientos probablemente hayan tocado techo”.

La bola sigue rodando

Quizás el verdadero reto llegué el próximo año. Expertos como Sebastien Galy, responsable de estrategia macroeconómica en Nordea AM, auguran una difícil segunda mitad de 2022.

Según prevé, a medida que la liquidez se retire lentamente a través del tapering, los numerosos canales de flexibilización cuantitativa se revertirán levemente como vimos la semana pasada. En estilos con alto apalancamiento y expectativas de crecimiento, esto puede llevar al mercado a una mayor vacilación. Algo que debería amplificarse a medida que suben los tipos de interés. “Esto hace que el apalancamiento sea más caro y los prestamistas más prudentes”, analiza. Un creciente coste del apalancamiento también debería sacudir la industria de valor relativo donde se utiliza un apalancamiento extremo para explotar oportunidades moderadas.

“Entonces, la pregunta es si los estilos pueden corregir brutalmente la sobrevaloración o si necesitan un temor a que se produzca una recesión”, plantea Galy. De llegar una recesión, no sería hasta 2023, pero el economista lo ve poco probable. “Por lo tanto, lo que nos queda para el próximo año es si se puede mantener la narrativa impulsada por el apalancamiento de alto rendimiento y crecimiento”, sentencia.