Independencia, transparencia y formación: requisitos del asesor financiero

El asesor financiero del futuro tendrá que estar más formado, ser más independiente y trabajar desde una arquitectura abierta para asegurar la transparencia hacia el inversor, según un estudio realizado por el observatorio de Asesoramiento Financiero del IEB

“El asesor financiero post-crisis es lo más importante que nos ha pasado desde las bancas privadas en los años 90” recalca Carlos Moreno de Tejada, director general de Inversis Banco, pero advierte de “la importancia no sólo de las responsabilidades del asesor, sino del inversor, al que hay que formar, y del regulador, que está para ayudar”.

El estudio “El futuro del asesoramiento financiero en España”, elaborado por el observatorio de Asesoramiento Financiero ha sido presentado por Lorenzo Dávila, jefe del departamento de investigación del IEB, y Carlos Moreno de Tejada.

La primera conclusión que extrae el estudio es la obligación del asesor de tener una experiencia contrastada en el mundo del asesoramiento financiero, de al menos tres años, y una mejor formación. En este último campo, el estudio destaca la importancia que “el regulador clarifique qué títulos académicos valora más. No todo vale. Por ello, sería básico que se estableciesen unos criterios académicos y profesionales que permitan un mejor desarrollo de la actividad”.

El estudio continua analizando la transparencia y la claridad requerida en el sector. El asesor debe mantener su independencia y un pensamiento claramente enfocado al cliente, con quien tendrá que mostrar una total transparencia tanto en sus recomendaciones como en el funcionamiento de todos aquellos productos que aconseje utilizar. Es en este punto donde surge uno de los debates más importantes. Existen numerosas entidades reconocidas por ley para ejercer la labor de asesor financiero, y en su mayoría también son las creadoras de los productos y las que los distribuyen a través de su red. El estudio destaca que “en estas situaciones, el asesor debe revelar al cliente sus incentivos, de forma clara, exacta y comprensible, antes de la prestación del servicio”.

El estudio también ofrece una comparativa entre distintos países sobre las diferencias existentes en la distribución de productos financieros. Destaca el caso del Reino Unido en el que el 70% de los productos se realiza a través de la IFA –Independent Financial Advisor- y en Suiza el 50%, mientras que en España el 90% se distribuye entre los bancos y cajas de ahorros debido a la reciente creación de las empresas de asesoramiento financiero en nuestro país. Existe un cierto retraso en nuestro país, sobretodo por parte del regulador, en comparación con nuestros vecinos e incluso Pablo Cousteau, director de programas especializados del IEB afirma que “tenemos en España asesores financieros gracias a que las entidades se han adelantado al regulador creando esta figura”. En este punto Lorenzo Dávila rompe una lanza a favor del regulador advirtiendo que “es el amigo del inversor, y por tanto, debería ser mejor considerado cuando este da avisos de productos o servicios fraudulentos”.

Dentro del estudio se desarrolla un decálogo del asesor y del inversor en el que se acotan las responsabilidades de uno y de otro para el buen funcionamiento de la asesoría financiera. Antes de aceptar consejos por parte del asesor, el inversor debe tener claro; sus ingresos y sus gastos, planificar bien su futuro, tener claro la variedad de productos para poder sacar partido de ellos y del dinero que se tiene, conocer los riesgos, tener en cuenta a hacienda, buscar asesoramiento profesional, guardar la información de todo producto o consejo que se haya adquirido, analizar periódicamente la inversión y tener en cuenta al regulador ya que trabaja por el bien del inversor. Las características del asesor son bien distintas y el estudio las enumera de la siguiente manera; formación y experiencia, actuar con honorabilidad, no debe controlar el dinero del cliente, mostrar sus honorarios, conocer el perfil de cliente, arquitectura abierta, accesibilidad, tener toda la información por escrito, estar controlado y supervisado por el regulador y revisar su asesoramiento periódicamente.