A menudo, los flujos hacia ETF son analizados para detectar tendencias que permitan averiguar hacia qué estilos de inversión se dirige el dinero. Una de las formas de hacerlo es tomar como referencia los fondos de smart beta, una tipología de productos que cada vez está ganando más activos. A principios de año había en estos ETF 705.000 millones de dólares a nivel global, según datos de Morningstar. A cierre de junio, ese patrimonio alcanzaba los 832.000 millones. En total, 128.000 millones más. La mayor parte de ese crecimiento patrimonial viene explicado por el efecto mercado (prácticamente 100.000 millones), mientras que el resto proviene de los flujos que han ido captando las distintas estrategias encuadradas dentro del smart beta.
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