“Históricamente, las empresas familiares han registrado un mejor comportamiento que las no familiares y, además, tienen una mejor previsibilidad de beneficios. Los valores intrínsecos de empresas familiares -visión a largo plazo, lealtad y motivación o menor apalancamiento- las convierten en las mejores supervivientes durante períodos de crisis. Las compañías familiares cotizadas comparten lo mejor de los dos mundos: filosofía de la empresa familiar y la transparencia y liquidez de las compañías cotizadas”, asegura Javier Pérez Fernández (en la imagen), al frente del March The Family Businesses Fund, fondo que cogestiona con José Antonio Méndez.
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