El gestor del Baillie Gifford Long Term Global Growth explica en una entrevista con FundsPeople cuáles son los rasgos idiosincrásicos que hacen diferente a su estrategia con respecto al resto de competidores.
La filosofía que aplica John MacDougall en el Baillie Gifford Long Term Global Growth, fondo de renta variable global, es la de invertir a largo plazo. Pero, entendiendo el largo plazo, como no lo entiende nadie en la industria de gestión de activos. Primero, su trabajo es imaginar cómo será el mundo dentro de 10 años. Segundo, identificar las 35 compañías que serán las que transformarán el planeta. Y, tercero: tomar una participación en dichas empresas y manteniéndola independientemente de cuáles sean los vaivenes del mercado a corto-medio plazo, siempre que la tesis de inversión y su convicción en el valor permanezcan intactas.
De estas tres cosas, la que casi ninguna gestora aplica en la industria es esta última. “Todo el mundo dice que invierte a largo plazo, pero entiende como largo plazo un horizonte de inversión a dos o tres años”, afirma MacDougall en una entrevista con FundsPeople. Tal y como explica, tener esta filosofía de invertir de aquí a 10 años cambia completamente el modelo de una gestora en muchos ámbitos. “Por ejemplo, en la manera en la que se nos remunera. Se nos paga por los resultados obtenidos por el fondo a más de cinco años, algo que prácticamente nadie hace en el sector”, señala.
También en la propia composición del perfil de profesionales que trabajan en la entidad. “Mi trayectoria profesional se limita únicamente a Baillie Gifford. La rotación en nuestro equipo es muy baja, de apenas el 5% anual. Somos un equipo que crea talento desde abajo. Aquí no hay gestores estrella. Y, cuando alguien del equipo ha querido convertirse en gestor estrella, se ha terminado yendo. Es algo que no encaja con nosotros”. Incluso la estructura de Baillie Gifford como firma de inversión tiene particularidades idiosincráticas en su modelo que la hacen única.
Se trata de una gestora que, desde su fundación en el año 1908, siempre ha permanecido como una firma independiente, con una masa accionarial que está en su totalidad en manos de sus empleados. Estos van legando la compañía de una generación de socios a la siguiente a través de un partnership. Actualmente, son 57 socios de sexta generación. Esa estructura societaria le ha proporcionado a la firma estabilidad institucional y ha marcado su filosofía de inversión. “Y, la mejor forma de legar la gestora a la siguiente generación es habiendo ofrecido una buena rentabilidad a nuestros clientes. No reparamos trimestralmente en los activos que gestionamos. No cotizamos en el mercado y no estamos enfocados en eso”.
Lo que de verdad les preocupa
Lo que realmente les preocupa internamente son dos cosas. Por un lado, contar con un equipo estable, que compartan su visión de invertir a largo plazo. “Disponemos de un equipo de profesionales muy diverso, que aplica una filosofía growth, pero cada uno hace su propia interpretación de este estilo de inversión, lo cual respetamos. Cuando alguien presenta una nueva idea y hablamos sobre ella, los primeros 30 minutos no hacemos observaciones negativas sobre la compañía. Es una buena manera de que esa idea no sea descartada rápidamente por un comentario adverso sobre el negocio. Porque nosotros no invertimos en compañías, sino en negocios”.
Por otro lado, ofrecer un buen servicio a sus clientes. Y aquí, un aspecto al que le dan una gran relevancia es el hecho de ser muy claros. “Estamos completamente alineados con aquellos inversores que nos confían su dinero compartiendo el mismo horizonte temporal. Si lo que quieres es invertir de cara a los próximos uno o dos años, por favor, no nos elijas. No lo hagas con nosotros. Te equivocarás. Lo que te pasará es que entrarás arriba y saldrás abajo, que es lo que suelen hacer muchos corto placistas en tiempos de mercados volátiles e incertidumbre elevada. En esas fases de mercado, a nosotros no nos tiembla el pulso a la hora de asumir más riesgo”, explica MacDougall.
Principales inversiones
Analizando el performance attribution que explica los resultados generados por la estrategia desde su lanzamiento, hace casi 20 años, se observa que grandes capitalizadas, hoy muy conocidas, como Amazon, Tesla, Hermes o Tencent, son las compañías que más han aportado a la rentabilidad de la estrategia. Aunque algunas todavía siguen ahí, hoy ese Top 5 lo ocupan Nvidia, con un peso del 6,88%, ASML, con un 5,55%, Tesla, con un 5,3%, PDD (5,2%) y Amazon (5,1%). Completan la lista Kering (4,9%), Moderna (4,7%), Dexcom (4,3%), Meituan (3,77%) y Atlassian (3,5%), lo que traslada la gran convicción del equipo, ya que el Top 10 concentra el 49% de los activos.
“Las compañías que tenemos en cartera acostumbran a tener un denominador común. El CEO suele ser un visionario con una idea muy clara y definida sobre hacia dónde quiere conducir el negocio. A veces, puede ser alguien con una gran personalidad o fuerte carácter, lo que provoque volatilidad sobre el valor. Pero no es el típico consejero delegado que lo que quiere es estar cinco años, no generar mucho ruido y pasar el testigo dejando a la empresa en una situación más o menos como se la encontró. Se trata de alguien con una visión a 10 años que quiere transformar el mundo llevando a la compañía mucho más allá, haciéndola volar muy alto”, concluye.