A pesar de conceder una subida de tipos mas ligera en su reunión de marzo, la Reserva Federal no ha logrado aplacar todas las preocupaciones sobre la ralentización de la economía estadounidense.
Jerome Powell ha intentado hacer lo que parece contradictorio: una subida de tipos dovish. Restringir aún más la política monetaria, pero presentarlo como una medida suave y acomodaticia. Un acto de equilibrio, como lo definen Tiffany Wilding y Allison Boxer, economistas en PIMCO. “Por un lado, los banqueros centrales tratan de gestionar las expectativas de inflación insistiendo en su continua determinación de luchar contra la inflación, pero por otro deben reconocer que los riesgos de recesión han aumentado a medida que las estrictas condiciones financieras y las tensiones del sector bancario dificultan la economía”, analizan.
Hay que ser muy conscientes de la complejidad con la que entró Powell en su cita con los mercados. Concretamente, en el contexto de mayor incertidumbre de los inversores sobre los tipos de interés desde la crisis financiera mundial. Y Paul O’Connor, responsable de multiactivo de Janus Henderson, lo explica con números. Desde la reunión a principios de febrero, los precios de mercado para los tipos de interés oficiales estadounidenses de diciembre subieron primero un 1% ese mes, al aumentar la preocupación por la inflación, antes de desplomarse casi un 2% en marzo, al salir a la palestra los problemas del sector bancario.
“Aunque en los últimos días parece haber vuelto una tímida calma a los mercados financieros, los precios de las opciones muestran que los inversores llegaron a esta reunión con la menor confianza en cómo valorar los rendimientos de los bonos a 2 años y a 10 años desde los turbulentos días de 2009”, cuenta el experto.
Por qué están corrigiendo las acciones
Es que lo verdaderamente importante de la cita de marzo no fue la subida de tipos en sí sino las proyecciones de la Reserva Federal para su futuro a corto plazo. Jonathan Duensing, director de Renta Fija americana, y Paresh Upadhyaya, director de Renta Fija y Divisas de Amundi, detectan dos importantes en la declaración. En primer lugar, mejoraron sus previsiones económicas para reflejar el fuerte crecimiento del empleo y reconocer que la inflación sigue siendo más persistente de lo esperado. En segundo lugar, la Fed eliminó las referencias geopolíticas de la guerra de Rusia contra Ucrania como un riesgo para el crecimiento mundial y la inflación. La Fed declaró que el sistema bancario de EE.UU. es sólido y resistente, pero expresó su preocupación de que el endurecimiento de las condiciones crediticias pudiera pesar sobre el crecimiento, la contratación y el empleo.
De nuevo volvemos a esos tiempos en los que cada palabra del discurso de Powell se analizan hasta la saciedad. Y lo que se nos mostró fue un banquero central dubitativo con el futuro de la economía. “El sistema financiero, tal como lo conocemos hoy, ha alcanzado límites de capacidad. Los bancos centrales son conscientes de ello. Además de su tradicional mandato de inflación y máximo empleo, también tienen la tarea de preservar la estabilidad financiera”, analiza Peter De Coensel, consejero delegado de DPAM.
Vuelven a sonar los tambores de un hard landing
Y las gestoras internacionales comparten las preocupaciones de la Reserva Federal. Algunas incluso han visto reforzado el desenlace más pesimista. “A medida que la crisis del sistema bancario continúa desarrollándose, creemos que la probabilidad de un escenario de aterrizaje forzoso -nuestra hipótesis de base desde hace algún tiempo- ha aumentado drásticamente en los últimos días”, asegura Anna Stupnytska, macroeconomista global de Fidelity International. Para la experta, la actual tensión en los mercados, síntoma de la magnitud y velocidad del endurecimiento de la política monetaria hasta la fecha, está extendiéndose a la economía real a través del canal del crédito bancario.
Pablo Duarte, analista senior del Instituto de Investigación Flossbach von Storch, también ve cada vez más complicado ese aterrizaje suave con la que muchos fantaseaban. “En las próximas semanas los ojos estarán puestos en las condiciones financieras, que ya se han estrechado significativamente lo que podría significar un freno adicional a la economía real. Además, es de esperar que sigan saliendo a flote aquellas inversiones que solo eran rentables con una marea de dinero barato. Qué tan grande puedan ser los daños colaterales estará por verse”, avisa.
Se suma a esta predicción Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM. Los expertos lo ven como algo casi inevitable. Como bien recuerda el experto algo similar ocurre a menudo hacia el final de un ciclo de endurecimiento: los diferenciales de crédito se amplían, los estándares de préstamo se endurecen, lo que endurece las condiciones financieras y reduce el flujo de crédito, a pesar de la caída de los tipos libres de riesgo. “No es un proceso que la Fed pueda controlar con precisión. La cuestión es con qué rapidez recurrirá entonces el banco central a recortar los tipos de interés”, afirma.
Un riesgo, ¿esperado?
En cuanto a fechas, en Groupama ven una recesión en Estados Unidos ya en la segunda mitad de 2023. “La crisis bancaria confirma nuestra tesis de que el endurecimiento monetario provocará un ajuste de la demanda”, afirma Christophe Morel, economista jefe de Groupama AM. El experto seguirá con atención la evolución del crédito industrial y comercial y la encuesta de bancos de la Fed. Para afinar el calendario de la recesión, también están analizando las encuestas de confianza de la industria, especialmente porque las encuestas más recientes (Empire Manufacturing y Philly Fed) sugieren un riesgo a la baja en el ISM.
Y lo que también preocupa al mercado es el hecho de que provocar esa ralentización bien podría ser intencionado por parte de la Reserva Federal. De hecho, como detecta Eva Sun-Wai, gestora en el equipo de renta fija pública de M&G, en el discurso de Powell se ha pasado claramente de un "aterrizaje suave" a un "aterrizaje brusco", lo que puede considerarse como un apoyo a su mandato. “Incluso antes del nerviosismo bancario, yo estaba firmemente convencido de que EE.UU. necesitaba una recesión para volver a situar la inflación en el 2%, dada la fortaleza del mercado laboral y la rigidez de la inflación”, reconoce. Que la Reserva Federal provoque o no directamente esa recesión es otra cuestión.