La deuda soberana de Chile y Brasil sigue caminos opuestos

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Jesus Arpon, Flickr, Creative Commons

Al igual que otros muchos países emergentes, las economías de Chile y Brasil se están viendo duramente afectadas por la caída del precio de las materias primas –consecuencia, entre otros factores, de la desaceleración de la economía china– lo que ha llevado a diversos organismos a rebajar sus previsiones de crecimiento para ambos países latinoamericanos. Otro aspecto que comparten es la inestabilidad política, reflejada en los bajísimos índices de aprobación tanto de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, como de la brasileña, Dilma Rousseff.

Sin embargo, hay un punto en el que los dos países siguen caminos claramente opuestos: la calidad crediticia de su deuda soberana. La semana pasada, y siguiendo los pasos de S&P, la agencia Moody’s rebajó la nota de solvencia de la deuda de Brasil de Baa2 con perspectiva estable a Baa3 con perspectiva negativa. Entre los motivos que justifican esta decisión, Moody’s cita la debilidad de la economía, el incremento del gasto público y la falta de consenso político sobre las reformas fiscales que, en su opinión, “impedirán que las autoridades puedan generar un superávit primario suficiente para frenar y darle la vuelta al aumento de la deuda este año y el próximo”.

Por el contrario, esta misma semana la agencia confirmaba su visión positiva sobre la calidad crediticia de Chile (Aa3 estable). “Los fuertes fundamentales macroeconómicos del país, los saludables fundamentales crediticios de sus bancos, y las posiciones de mercado y de acceso a financiamiento de sus compañías no financieras calificadas, ayudarán a que el país mantenga su calidad crediticia a pesar del menor crecimiento que provocan ciertos factores locales y la caída en los precios globales de las commodities”, señala el servicio de inversiones de Moody’s.

La agencia destaca además que Chile deriva su fortaleza fiscal, la cual se ubica entre las más fuertes de los soberanos que califica Moody’s en el mundo, de sus bajos indicadores de deuda y su política de estabilidad”. Con respecto a la agresiva agenda reformista del actual gobierno, la firma no prevé un incremento de la carga de la deuda chilena durante la administración de Bachelet, ya que “la mayoría de los cambios propuestos se financiarían incrementando los ingresos fiscales, lo cual es positivo a efectos crediticios porque no incrementaría la carga de deuda del país”.