Primeras reacciones de gestoras internacionales ante la última reunión de la institución monetaria, en la que no ha modificado su política monetaria, pero ha elevado su previsión para la inflación y recortado la del crecimiento.
En los momentos previos al último anuncio del Banco de Inglaterra – coincidente con la publicación de su último Informe sobre la Inflación-, la libra llegó a cotizar a sus niveles más elevados contra el dólar desde septiembre del año pasado. Sin embargo, la institución que gobierna Mark Carney ha optado por ser conservador en sus estimaciones, al comunicar que mantendría su política monetaria actual: los tipos de interés se mantendrán en el 0,25%, se mantiene el QE de adquisición de deuda corporativa no financiera con grado de inversión (10.000 millones de libras al mes) y las compras mensuales de deuda gubernamental, financiadas por la emisión de reservas del banco central (435.000 millones).
Cabe recordar que esta reunión se ha celebrado un año después de que el Banco de Inglaterra tomase medidas extraordinarias como respuesta al Brexit. David Hollis, gestor senior de multiactivos en Allianz Global Investors, recuerda que el Banco de Inglaterra se ha visto en una situación delicada en los últimos doce meses, dado que “los efectos colaterales del Brexit que le llevaron a recortar los tipos y anunciar paquetes adicionales de estímulos hace un año aún no se han materializado”. Sin embargo, añade que “el shock inflacionario de este año ha sido mayor del esperado, y el entorno general es menos positivo”.
De hecho, una de las pocas sorpresas de la reunión fue el anuncio de que no se renovará el Esquema de Financiación Periódico (TFS por sus siglas en inglés) anunciado en agosto del año pasado. Este esquema -inspirado en los LTROs del BCE- fue creado para proporcionar a los bancos financiación a tipos similares a la tasa oficial. El TFS seguirá activo hasta el 28 de febrero de 2018.
El rendimiento de los Gilts a diez años reaccionó con un rápido rally – al desplomarse su rendimiento- en los momentos posteriores al anuncio. Lo cierto es que los participantes de mercado habían barajado la posibilidad de una respuesta hawkish por parte de la entidad ante el rápido avance de la inflación -2,6% en junio- provocado por el desplome continuado de la libra. De hecho, el banco central anunció vía comunicado que su expectativa es que el coste de la vida siga al alza, hasta tocar techo en el 3% en octubre, “puesto que la depreciación pasada de la libra continúa reflejándose en los precios al consumo”.
¿Estanflación a la vista?
La expectativa que sí cumplió la Vieja Dama (como es conocido el banco por ser la autoridad monetaria más antigua del mundo) fue la revisión a la baja de su previsión de crecimiento, del 1,9% al 1,7% para 2017 y desde el 1,7% al 1,6% para 2018. En concreto, se ha aclarado que el escenario central con el que trabaja el banco prevé que “el crecimiento del PIB siga siendo flojo en el corto plazo, al seguir pesando sobre el consumo la reducción de la renta real disponible de las familias”. De hecho, el gestor de Allianz Global Investors afirma que “el crecimiento reciente de Reino Unido ha dependido enormemente de un gasto en consumo insostenible”, y señala que “al Banco de Inglaterra también le ha sorprendido la velocidad con la que la depreciación de la libra se ha transferido a los precios de los bienes”.
“Si bien el escenario central, relativo a una moderación del crecimiento en 2017 seguido de una recuperación progresiva para 2018 se mantiene sin cambios, percibimos una menor confianza en este escenario”, afirma Christophe Morel, economista jefe de Groupama AM. Éste observa igualmente que el banco considera que el nivel de incertidumbre se ha incrementado: “Por un lado, la caída de la libra continúa pesando sobre el consumo de los hogares. Por otro lado, parece que algunas compañías podrían posponer sus decisiones de inversión, lo que debería pesar en los números de crecimiento potencial”.
Morel añade que “este diagnóstico más febril se justifica asimismo a la vista de las publicaciones económicas más relevantes para el Banco de Inglaterra: actualmente: las ventas de automóviles no han rebotado con suficiente fuerza tras el shock del segundo trimestre de 2017, y los indicadores de perspectivas sobre los precios inmobiliarios así como de confianza en los hogares reflejan una dinámica negativa”.
Manuel Ortiz-Olave, jefe de analistas de Monex Europe para España, considera que el incremento de la inflación en un contexto de deterioro del crecimiento pone a la institución en una difícil posición: “La política monetaria actual apoya el crecimiento económico y al empleo, pero afecta negativamente a la inflación. Estos son claros efectos de una espiral de estanflación”, declara.
El experto también se fija en que, pese al desplome de las expectativas de un alza de tipos visto a lo largo de la jornada de hoy, los mercados siguen poniendo un alza de los tipos de interés en 25 puntos básicos para el tercer trimestre de 2018, y otra similar para 2020. Ortiz-Olave que “estas expectativas son excesivamente pesimistas”. Basándose en las últimas actas publicadas, pronostica en cambio que “si la evolución de la economía es consistente con las estimaciones, que acaban de ser revisadas a la baja, el banco central ajustará los tipos de interés de manera más agresiva de lo que sugieren los rendimientos actuales de los bonos británicos a corto plazo”.
Es una opinión con la que coincide Martin Arnold, analista de ETF Securities. Éste opina que, a pesar del tono cauteloso exhibido por Mark Carney durante la conferencia de prensa, “se acerca una política monetaria más estricta”. Concretamente, Arnold piensa que “si el crecimiento económico de Reino Unido se mantiene a la tasa que ha pronosticado el Banco de Inglaterra, el mercado está subestimando la cantidad de ajuste monetario que será necesaria”.