La gran mentira sobre los fondos de gestión pasiva…

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Foto: Opensourceway, Flickr, Creative Commons

En la industria de gestión de activos existen algunos mitos que nadie desmonta y que, de tanto repetirse, terminan por instalarse en la mente del inversor como verdades indiscutibles. Uno de ellos hace referencia a la gestión pasiva, productos que a menudo son vistos por el cliente como estrategias muy sencillas de gestionar, que el inversor entiende como un simple buy & hold, al tener como objetivo la mera réplica de un índice. Lo cierto es que nada más lejos de la realidad. “No hay nada más activo que un fondo pasivo”, asegura José García Zárate, director asociado y analista de fondos pasivos en Morningstar. Esta gestión activa se practica en los fondos cotizados de renta variable, pero muy especialmente en los ETF de renta fija.

“Es muy raro encontrar fondos cotizados que repliquen un índice de bonos y que hayan adquirido toda la cesta de activos que conforma el índice. Comprar la totalidad de las miles de emisiones que están dentro de un índice como, por ejemplo, el Bloomberg Barclays Global Aggregate no tiene sentido económicamente. No sería eficiente y tampoco posible porque muchos bonos no cuentan con la liquidez suficiente ni pueden ser comprados en el momento que se desea. Es un desafío muy importante para los gestores de los ETF”, explica el experto. Lo que en realidad hacen los profesionales que están al mando de estos productos es una optimización.

En primer lugar, dividen el índice en diferentes segmentos (en base a parámetros como la calidad crediticia, duración, cupón, zona geográfica de la entidad emisora de los activos, etc) para posteriormente buscar en el mercado bonos que ofrezcan la misma rentabilidad/riesgo que esa porción concreta seleccionada. “De ese modo, un índice formado por miles de bonos es replicado a partir de una cesta que puede estar formada por unas 500 emisiones”, revela Zárate. Esto requiere profesionales muy cualificados que sepan crear estas fórmulas estadísticas y buscar esos bonos en el mercado. “Todo este trabajo lo hacen los propios gestores. A menudo, ello requiere altas dosis de creatividad. Hacer bien esta labor es fundamental para conseguir el doble objetivo de mínimo tracking y máxima liquidez del producto”, subraya el experto.

El perfil profesional de los gestores de ETF es muy alto. Es frecuente encontrar en el colectivo a ingenieros, matemáticos, físicos… “Son profesionales con una elevadísima cualificación y especializados en ciencias cuantitativas”, afirma Zárate. Resulta también habitual ver a un gestor de ETF observando varias pantallas a la vez, gestionando varios productos. “Es un proceso que está altamente mecanizado. No se necesitan grandes equipos de gestores, pero sí invertir mucho en tecnología –sobre todo para hacer el muestreo-, contar con profesionales que sepan interpretar los datos que te ofrece el ordenador, que sean capaces de negociar con los brokers para conseguir el mejor precio (o analizar la alternativa que te presentan) y contar con un equipo de mercado de capitales muy potente”.

En los ETF de renta variable sucede lo mismo, aunque en un menor grado en los productos que replican los principales índices bursátiles del mundo, como el S&P 500 o el EuroStoxx 50. Sin embargo, si nos vamos a índices menos populares y analizamos las carteras de los ETF podemos observar el mismo fenómeno. En algunos casos se hace de manera voluntaria para optimizar la réplica. En otros de forma forzosa ante la imposibilidad de incorporar la acción en la cartera. “En algunos países existen restricciones a la inversión y no puedes comprar físicamente los títulos. El gestor tiene que ser muy creativo y buscarse la vida para hacer la réplica con el proxy que considere más adecuado”, concluye Zárate. Esta problemática es la misma para los fondos indexados, donde los gestores de estos productos se enfrentan a los mismos retos que los que tienen que superar los de los fondos cotizados.

En realidad, todo esto no es nada que los proveedores de ETF hayan tratado de ocultar. Más bien al contrario. Las entidades han hecho un importante esfuerzo divulgativo y formativo entre sus clientes para explicárselo, si bien en la mente de los inversores se mantiene la idea de que el ETF es simple y llanamente un producto gestionado pasivamente.