La mitad de los altos patrimonios pide más autodisciplina financiera… pero no en España

Kamil Molendys, Unsplash

A pesar de su nivel de riqueza, al 41% de las grandes fortunas les gustaría tener más autocontrol sobre sus actividades financieras, según el último estudio de la serie Barclays Wealth Insights (elaborado por Barclays Bank PLC). El estudio señala incluso que es más probable que sean los patrimonios más altos (más de 10 millones de euros) los que sientan la necesidad de una mayor autodisciplina financiera, con el 45% de este grupo buscando una mayor autodisciplina en relación a sus finanzas. Y esto a pesar de que el informe muestra que aquellos que quieren contar con un mayor autocontrol tienen menos probabilidades de sentirse satisfechos con su situación financiera. “La clave que los inversores deben considerar es cómo estas decisiones pueden encajar con su estrategia global de inversión y, sobretodo, con sus necesidades individuales”, comenta Greg Davies, responsable de Conducta Financiera de Barclays Wealth.

El estudio, titulado Riesgo y Estrategias: El Rol de la Autodisciplina en la Toma de Decisiones Financieras, se basa en una muestra global compuesta por más de 2.000 altos patrimonios y constituye un análisis en profundidad realizado sobre la conducta financiera de los grandes inversores. De esta forma, el estudio considera diferentes aspectos en relación a la personalidad financiera de los grandes patrimonios y también las distintas estrategias que estos desarrollan para lidiar con los aspectos psicológicos que afectan a la inversión. En este sentido, el estudio parte de la premisa de que el papel que juegan las emociones a la hora de invertir puede costarles a los inversores hasta un 20% de las ganancias en un periodo a diez años, y señala además que aquellos que recurren a estrategias poseen de media un 12% más de patrimonio que aquellos que no siguen ninguna regla.  

A nivel global, cabe remarcar que los participantes en el estudio procedentes de Asia-Pacífico, y en concreto, los de Taiwán y Hong Kong (junto a los de Catar, Corea del Sur y Japón), poseen en general un mayor deseo de autodisciplina en relación a sus finanzas. Por contra, en los mercados desarrollados se percibe un menor deseo de autodisciplina financiera, especialmente en España, Australia y EEUU, así como Suráfrica y EAU.

“En España no existe un gran deseo de autodisciplina financiera si se compara con otros mercados, lo que representa un interesante desafío para el sector de la gestión de patrimonios. También, se hace evidente que es necesario hacer más para ayudar a los clientes a entender su propia personalidad financiera y los beneficios de recurrir a estrategias de autodisciplina financiera”, comenta Iñigo Calderón, director de gestión de Barclays Wealth en España.

Rendimientos perdidos

Para entender la conducta financiera y el riesgo que los inversores están dispuestos a asumir, el estudio considera tres dimensiones de la personalidad: la tolerancia al riesgo, la serenidad y la promoción (predisposición a hacer que pasen cosas buenas) frente a la prevención (de que ocurran cosas negativas). De esta forma, el estudio revela un aspecto interesante de la ‘inversión emocional’ que nos puede llevar a comprar caro y vender barato y que puede llegar a costarles hasta un 20% del rendimiento de la inversión a diez años. Esta tendencia nos lleva a hablar de la paradoja de la inversión: un tercio de los participantes en este estudio (32%) afirma que comprar y vender frecuentemente es necesario para obtener un beneficio alto; en cambio, son precisamente estos inversores los más propensos a pensar que venden y compran demasiado. Además, casi la mitad (46%) de los que respondieron que es necesario comprar y vender frecuentemente para obtener un alto retorno piensa que son las emociones lo que les lleva a actuar así.

Esto puede llevar al inversor a ser incapaz de controlar la frecuencia de sus operaciones. En este sentido, de entre todos los distintos tipos de personalidad, los que más fácilmente pueden caer dentro de este grupo son los que poseen poca serenidad, una alta tolerancia al riesgo y un elevado foco en la prevención.

La estrategia manda

El uso de normas y de estrategias en la toma de decisiones financieras está considerado como algo muy efectivo por los participantes en este estudio. Éstas contribuyen a una mayor satisfacción financiera y están asociadas con mayores niveles de riqueza por aquellos que quieren una mayor autodisciplina financiera. Si comparamos el grupo de los que más afirman usar la estrategia en sus finanzas con aquellos que menos, se puede observar que los primeros tienen un 13% de mayor satisfacción financiera y un 12% más de riqueza. También, el estudio muestra que los inversores usan distintos tipos de estrategias para controlar la toma de decisiones, y usan más normas en la toma de decisiones cuando concierne a sus finanzas (89%) que cuando concierne a su vida privada (72%). Entre las estrategias más populares están el uso de periodos de reflexión (91%) y el establecer fechas límite (90%).

Por otro lado, delegar a otros las decisiones en materia financiera (72%) y limitar las propias opciones a la hora de escoger (64%) son estrategias menos populares, a pesar de que el estudio señala también que heredar e incrementar el patrimonio propio hacen que se incrementen las posibilidades de delegar en otros la toma de decisiones financieras. El estudio muestra además que combinar distintas estrategias se utiliza más cuando se involucra a otros en la toma de decisiones financieras, se es más organizado y se adopta la perspectiva de eliminar la tentación.

“Si intentamos seguir una estrategia de un racionalismo excesivo sin autocontrol los efectos son claros – vamos a vender y comprar más de la cuenta, y compraremos caro y venderemos barato. Como consecuencia, seremos menos efectivos y estaremos menos satisfechos. Para que esto no suceda, hemos de tomar las medidas necesarias para fomentar la autodisciplina financiera”, dice Davies. “Esto sólo puede suceder si somos capaces de desprendernos de, por ejemplo, nuestra tendencia a responder con reacciones impulsivas a los movimientos del mercado, o si estamos dispuestos a sacrificar una parte de los beneficios en el corto plazo derivados de una cartera de inversión confeccionada de forma excesivamente ‘racional’ por las ventajas de tener una cartera de inversión con la que nos sintamos emocionalmente cómodos”. 

La tranquilidad de hacerse mayor

El estudio también muestra que el deseo de mayor autodisciplina financiera se atenúa con el paso de los años, con más de la mitad (53%) de los menores de 45 años de edad queriendo tener más autodisciplina sobre sus finanzas, mientras que tan solo un cuarto (26%) de los mayores de 65 años querrían lo mismo. Esto a su vez resulta en una necesidad menor del uso de estrategias y se asocia también con un descenso del estrés y un incremento de la satisfacción financiera asociados a la edad.

Por el contrario, a pesar de este mayor deseo de autodisciplina financiera, aquellos más jóvenes muestran una tendencia a intentar evitar conocer determinada información acerca de cómo su cartera de inversión está rindiendo – 82% de los participantes de 45 años o menos hacen precisamente esto (evitar conocer determinada información acerca de los rendimientos de su cartera), en comparación con tan solo un 68% de aquellos de 65 años o mayores.