Warren Buffett lo ha vuelto a hacer: un año más, Berkshire Hathaway ha generado valor para sus accionistas. En este caso, 15.400 millones de dólares, o un incremento del 6,4% en la valoración tanto de las acciones clase A como clase B del conglomerado, lo que ha llevado al gurú a afirmar: “El año pasado fue uno de los buenos”.
En su carta anual a los accionistas de Berkshire, publicada el pasado 27 de febrero, el probablemente inversor value más famoso de todos los tiempos da una lección de humildad al resto de inversores sobre la infalibilidad del ser humano: “He hecho algunas compras tontas, y la cantidad que pagué por el fondo de comercio de aquellas compañías fue saneado más tarde, un movimiento que redujo el valor en libros de Berkshire. También hemos tenido algunos ganadores –muy pocos de ellos fueron muy grandes- pero sobre los que no se ha amortizado ni un penique”.
Al margen de las explicaciones habituales sobre las operaciones financieras realizadas durante el curso del ejercicio, la novedad de la carta de Buffett a sus inversores – y con esta van 51- han sido los comentarios del Oráculo de Omaha sobre la situación política del país. Se pueden tomar incluso como una velada alusión al eslogan de campaña de uno de los candidatos con posturas más extremas, Donald Trump, y su lema “Make America great again” (“Volvamos a hacer grande a América”). “Es un año electoral, y los candidatos no pueden parar de hablar de los problemas del país (los que, por supuesto, sólo ellos pueden resolver). Como resultado de este repiqueteo negativo, muchos americanos creen ahora que sus hijos no vivirán tan bien como ellos mismos viven. Ese punto de vista está totalmente equivocado: los bebés nacidos hoy en EE.UU. son la generación más afortunada de la historia”, declara Warren Buffett.
Éste ofrece un rápido cálculo para justificar su afirmación. Parte de que el PIB per cápita estadounidense se sitúa actualmente en 56.000 dólares por persona, “unas impactantes seis veces más la cantidad de 1930, el año en el que nací, un salto muy por delante sobre los sueños más salvajes de mis padres o de sus contemporáneos”. El inversor opina que este gran avance no se ha producido porque “los ciudadanos estadounidenses sean hoy más inteligentes o porque trabajen más duro que los de 1930”, sino porque “trabajan de una forma mucho más eficiente y, por tanto, producen mucho más”. Para el Oráculo de Omaha, “esta es una tendencia todopoderosa que ciertamente continuará: la magia económica de EE.UU. sigue viva y en buen estado”. Predice asimismo que la tasa de crecimiento del PIB real para este año podría superar el 2% previsto por el consenso, por lo que se desmarca así de los temores a que la mayor economía mundial caiga en una recesión.
Más adelante, el inversor habla más claro sobre su postura respecto al rumbo de la economía estadounidense: “Durante 240 años ha sido un terrible error apostar contra EE.UU., y ahora no es momento de empezar. La gallina de los huevos de oro del comercio y la innovación seguirá poniendo huevos. Las promesas en política social serán honradas y quizá hasta más generosas. Y sí, los niños estadounidenses vivirán mucho mejor de lo que vivieron sus padres”.
Buffett realiza más alusiones a la campaña electoral. En su opinión, “los políticos de hoy necesitan no llorar por los niños del mañana”. Se refiere a que, frente a los mensajes lanzados en estas primeras semanas de campaña, los ciudadanos americanos no sólo no han perdido poder adquisitivo durante la crisis, sino que se encuentran en el momento con mejor calidad de vida de la historia del país. Recurre incluso a una anécdota que pueda sonar exagerada: “Todas las familias de mi vecindario de clase alta disfrutan habitualmente de un estándar de vida mejor del que consiguió John D. Rockefeller Sr en el momento de mi nacimiento. Su fortuna sin parangón no podía comprar lo que hoy damos por hecho, tanto si nos referimos – por nombrar unos pocos- al transporte, el entretenimiento, las comunicaciones o los servicios médicos”.
Lo que sí preocupa al cofundador de Berkshire Hathaway son las crecientes desigualdades sociales: “Aunque la tarta a ser compartida por la siguiente generación será mucho más grande que la de hoy, cómo estará dividida será fieramente reñido”. En la carta a sus accionistas, Buffett habla de las diferencias de clase entre las personas que están empezando su vida laboral y las que están a punto de concluirla, entre las personas sanas y las enfermas, entre los inversores y los que viven de rentas frente a los trabajadores y, en particular, “entre aquellos cuyos talentos están elevadamente valorados por el mercado y los trabajadores igualmente decentes que carecen de las habilidades que demanda el mercado”.
La receta del éxito futuro de Berkshire
Un año más, el Oráculo de Omaha evita pronunciarse abiertamente sobre su sucesor. No obstante, sus proyecciones sobre esta prosperidad de la economía estadounidense en el largo plazo le llevan a ofrecer una serie de conclusiones que se pueden tomar como una receta del éxito del holding de inversiones: “Berkshire (y, seguramente, muchos otros negocios) prosperará con casi toda la certeza. Los directivos que nos sucedan a Charlie (Charles Munger) y a mí construirán el valor intrínseco por acción de Berkshire al seguir nuestra sencilla huella, consistente en (1) mejorar constantemente le poder básico de generación de beneficios de nuestras muchas subsidiarias; (2) incrementando más los beneficios a través de adquisiciones extra; (3) beneficiándose del crecimiento de nuestras inversiones; (4) recomprando acciones de Berkshire cuando estén disponibles a un descuento significativo sobre su valor intrínseco; y (5) realizando grandes adquisiciones ocasionalmente”.
Y hablando de recompra de acciones. Buffett constata que el tratamiento contable que se ha ido aplicando a lo largo del tiempo a las cuentas de Berkshire Hathaway ha traído como consecuencia el incremento de la brecha entre el valor intrínseco y el valor en libros de la firma, y concluye que actualmente el primero supera holgadamente al segundo. “Es por ello que nos encantaría recomprar nuestras acciones si se venderían a un 120% sobre el valor en libros. A ese nivel, las adquisiciones incrementarían de forma instantánea y significativa el valor intrínseco por acción de los accionistas de Berkshire”.