Capítulo 5. El impacto de la inflación en una estrategia a largo plazo

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La inflación es la pérdida del poder adquisitivo del dinero provocada por un aumento general y duradero de los precios. En el siguiente gráfico podemos observar su impacto sobre el dinero no invertido.

Para protegerse de la inflación, los inversores deberían invertir parte de su patrimonio de largo plazo en activos de renta variable, ya que es el activo que históricamente ha contado con mayor potencial de revalorización con el paso del tiempo.

De este modo, en esto otro gráfico se observa cómo el crecimiento de los beneficios y la reinversión de dividendos han impulsado la rentabilidad de la renta variable a largo plazo (rentabilidad real desde el 31 enero 1938 al 28 febrero 2022, en dólares. El mercado de renta variable está representado por el índice S&P 500).

Fuente: Capital Group, Standard & Poor’s, Robert Shiller, Morningstar Direct, FactSet

Razones para invertir en renta variable en un entorno inflacionario

El actual entorno inflacionario generado fundamentalmente por las fuertes alteraciones en la economía y los mercados tras el impacto de la pandemia y que, posteriormente, se ha visto tensionado por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia no ha conllevado necesariamente una connotación negativa en algunos sectores económicos, donde están surgiendo oportunidades de inversión en renta variable.

Esas áreas tienen que ver con los cambios estructurales como la transición de las fuentes de energía tradicionales a fuentes más sostenibles, años de desinversión en materias primas, que podrían llevar a un nuevo “super ciclo” de materias primas, y grandes cambios industriales, como el aumento de la automatización, que genera un incremento de la demanda de semiconductores.

El papel que juegan los dividendos en este entorno

Las subidas de tipos de interés para contener la inflación y la notable desaceleración económica han provocado un repunte de la volatilidad y han reducido la visibilidad del crecimiento de los beneficios empresariales. En este entorno, las compañías de crecimiento, que se sustentan bajo la expectativa de beneficios futuros, se han visto más afectadas que las de valor o las compañías que reparten dividendos. 

En este contexto de incertidumbre, los inversores quieren encontrar un complemento a las estrategias de crecimiento para cumplir sus objetivos a largo plazo. Y son las compañías que reparten dividendo, lo que las hace más apropiadas para los entornos de inestabilidad, ya que los dividendos tienden a sufrir menos recortes que el crecimiento de los beneficios: psicológicamente, las empresas evitarán reducir el reparto de dividendos a los accionistas si pueden hacerlo, ya que un recorte de dividendos envía una señal negativa a los mercados.

En lo que se refiere a la rentabilidad de la inversión, la reinversión de los dividendos ha sido uno de los principales componentes de la rentabilidad de la renta variable en las últimas décadas, gracias al poder de la capitalización. Los dividendos tienen más de tortuga que de liebre. Pero, tal y como muestra la fábula, es la tortuga, con su lentitud y su constancia, la que gana la carrera. Las cifras registradas durante la mayor parte del último siglo apuntan a un perfil de rendimiento de los dividendos estable y positivo, con una contribución media de en torno el 40% a la rentabilidad a 10 años registrada durante el periodo (datos basados en la rentabilidad total en USD del índice S&P 500 entre 1930 y 2021, según Ned Davis Research).