La historia no se repite, pero sí rima bastante. Obviando su estilo de comunicación caótico, los últimos movimientos políticos del presidente Donald Trump responden, en opinión de Norman Villamin, a un objetivo bastante claro: resetear el orden mundial. “El desequilibrio comercial de EE.UU. con el resto del mundo no es sostenible”, reconoce el estratega jefe de UBP. Y no es la primera vez que Estados Unidos da un golpe sobre la mesa de este calibre: el Nixon Shock de 1971 y los Plaza Accords de 1985 también buscaban resetear el orden mundial.
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