Lecciones sobre la devaluación de la peseta en 1992 y el camino que deberá tomar Francia en el futuro

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Foto cedida

¿Recuerdan el conflicto que mantuvieron España y Francia a principios de los 90 por las diferencias de costes, que tuvo como símbolo a los agricultores franceses volcando camiones cargados de fresas cultivadas en España? Philippe Waechter, economista jefe de NAM – filial de Natixis Global AM- evoca esta tensión entre los productores galos y españoles, y recuerda una fecha: septiembre de 1992. Durante la crisis del sistema monetario europeo, la peseta se devaluó un 32% respecto al marco alemán, mientras que el franco francés se mantuvo estable. “El incremento de la competitividad de los productos españoles fue una fuente de fragilidad en Francia, especialmente en el sur”, recuerda Waechter. 

Veintidós años después, el economista jefe de NAM vuelve a identificar esta misma divergencia entre Francia y España: “Debido a las reformas en España, los índices de costes laborales unitarios (ULC) no tienen el mismo perfil a uno y otro lado de los Pirineos. En España, a finales de 2013, el índice está un 17% más abajo de lo que estuvo durante la primera mitad de 2008. En Francia, está tan sólo un 2,5% por debajo que hace más de cinco años”, explica (todas estas mediciones están corregidas por la inflación). “La divergencia es notable y el cambio en las condiciones de competitividad se pueden percibir claramente”, constata el experto. 

El estado de la economía española en 1992 aporta otra observación de Waechter: en aquellos años, justo después de su incorporación a la UE, España había sufrido un largo periodo de alta inflación, superior a la registrada en Francia. La consecuencia es que, pese a la fuerte devaluación de la peseta, la inflación se mantuvo alta y disolvió progresivamente la ventaja competitiva adquirida por la economía española. Esto es impensable en la situación actual, sostiene el economista: “La ventaja competitiva española no será erosionada por una inflación más elevada. La devaluación interna está presionando los costes a la baja y no es una fuente de una tasa más elevada de inflación. En este preciso momento, España es más una candidata a deflación que a inflación más elevada”, advierte el experto, lo que le lleva a afirmar que esta mejora de la competitividad se mantendrá, y constata que otros países de la zona euro están viviendo procesos similares.  

Waechter hace notar que la competición por productos franceses está viniendo de países de la zona euro, pero señala que "Francia ha perdido competitividad y la respuesta sólo puede venir de la propia Francia”. “Al mismo tiempo, se percibe el euro como una divisa fuerte y nuestra hipótesis es que esto será verdadero en el futuro próximo”, añade. “En otras palabras, Francia está afrontando un nuevo tipo de competición dentro de la zona euro, pero también fuera de la eurozona con una divisa fuerte. Esta es una auténtica ruptura para Francia. La competición sera más difícil en territorio francés y no será fácil exportar”, reflexiona el economista jefe de NAM. 

Asimismo, el experto estima que tampoco podrán repetirse los precedentes históricos de corrección de la competitividad por deflación en territorio galo. En su opinión, el país “tendrá que cambiar su proceso de crecimiento, que es probablemente demasiado costoso, y Francia tendrá que pensar sobre esta manera de hacer negocios, en tener crecimiento más endógeno y en crear trabajo”. 

Waechter se muestra crítico con la prevalencia del modelo del Estado de Bienestar nacido tras la II Guerra Mundial, del que afirma que probablemente haya sido superado. “Se ha de crear uno nuevo, tan sólo para continuar siendo una economía importante en Europa. Francia no escapará de las reformas estructurales”, concluye.