La forma más tradicional de emplear un ETF es para la réplica de un índice en particular, bien uno de los estándares –S&P 500, EuroStoxx 50, Ibex 35…- o bien índices diseñados por los proveedores que recogen compañías con criterios distintos al de capitalización bursátil, que se aglutinan bajo la etiqueta 'smart beta' o 'advanced beta'. Otra opción distinta es elegir un ETF sectorial. Se trata de fondos cotizados que replican el comportamiento de una cesta de valores de un mismo sector; esto permite al inversor una diversificación mayor de la que conseguiría comprando directamente valores individuales en bolsa.
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