Aunque el año pasado fue clave para apostar por la renta variable, la renta fija tomó un relevante protagonismo en la recta final del año, cuando se situó la rentabilidad del bono español a 10 años por debajo del 0% y el Tesoro colocó deuda a 10 años a un interés negativo. Sin embargo, aun estando los tipos bajos no ha sido, en general, un mal año para este activo gracias al apoyo de los bancos centrales y las políticas fiscales, entre otras cuestiones.
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