Los fondos: el tercer cliente más activo en la negociación de deuda en 2010

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Joel Filipe (Unsplash)

La contratación de los activos de renta fija con clientes sufrió un fuerte recorte en 2010, no sólo desde el punto de vista porcentual, sino también en cifras absolutas, puesto que totalizó los 592.467 millones de euros, lo que supuso una caída del 17,4%, con relación al año anterior. La principal causa del mencionado descenso se atribuye a la debilidad del mercado de pagarés, cuyos principales participantes, empresas y fondos de inversión, continúan sufriendo la falta de liquidez existente, según el último informe publicado por BME sobre el mercado de renta fija en 2010.  

 

Así, la contratación de pagarés por parte de las empresas experimentó una disminución cercana al 38%, mientras que las instituciones de inversión colectiva y compañías de seguros lo hicieron en un 12,5%.

 

Aun así, fondos, sicav y las empresas de seguros fueron el tercer cliente más activo en la negociación de renta fija con clientes a lo largo del año pasado, pues IIC y seguros supusieron el 22% de la negociación total con activos de renta fija en 2010, sólo por detrás de entidades financieras (con el 29% del total de negociación) y las empresas (con el 28%). Les siguieron las instituciones y clientes no residentes, que supusieron el casi el 19% de las negociaciones con clientes.

 

Así, IIC y seguros registraron una participación del 14,6% en las negociaciones a vencimiento -por valor total de 242.624 millones de euros-, un porcentaje sólo por detrás de la negociación de los clientes no residentes –con el 44% de la actividad- y entidades financieras –con más del 27%-. Instituciones de inversión colectiva y seguros también representaron el 27% de la negociación de repos y simultáneas –que ascendió a 349.843 millones de euros-, tras las empresas –con el 40%- y entidades financieras -30%-.

 

Por tipos de activos, los pagarés representan casi la mitad del volumen negociado a través de la cuenta de terceros de las entidades, situándose a continuación los bonos cédulas u obligaciones con algo más de un 35% y los bonos de titulización con un 15,6%.

 

Si bien la negociación con clientes disminuyó en 2010, por el contrario, como consecuencia de la cesión temporal de papel a través de las operaciones dobles, la operativa por cuenta propia entre entidades creció un 3,07%, lo que hizo que ganara peso dentro del total anotado, según los datos de AIAF.

 

Un año de desconfianza y con poca actividad

Y todo, en un año donde las dificultades se han trasladado a la deuda pública desde la corporativa, tras los eventos del derrumbe de la deuda soberana griega, irlandesa y portuguesa, que no ha podido evitar el contagio de la desconfianza a otros países europeos con una acusada debilidad fiscal, entre los que destaca Portugal, seguido de España y, en parte, otros como Bélgica e Italia. “Estos factores negativos han neutralizado en cierta medida los débiles signos positivos que comenzaban a avistarse a lo largo del año 2010”, dice el informe, pues “se podría decir que el año 2010 nos ha introducido en un escenario en el que la deuda pública y la deuda corporativa actúan como vasos comunicantes que mantienen un panorama internacional que no permite abandonar el estado de desconfianza al que los mercados financieros están sometidos desde el comienzo de la crisis”. Por eso BME considera que, “mirando al futuro inmediato, no es fácil que el año 2011 modifique sustancialmente este estado de cosas, si se añaden acontecimientos como la cadena de revueltas del norte de África, la crisis Libia y el desastre sísmico y nuclear vivido recientemente en Japón (…) Parece pues que la coyuntura económica y financiera se desenvuelve en medio de esta sensación de provisionalidad y vaivenes que actúan como freno para la acción de emisores e inversores en los mercados de renta fija”, apostilla.

 

BME explica cómo los emisores privados han dejado transcurrir el año 2010 “desde una posición de reserva, sin mostrar ninguna avidez por emitir y esperando pacientemente que aparezcan ventanas de oportunidad”, mientras los inversores “vienen evitando a toda costa los riesgos, se refugian en los activos de más calidad y exigen rentabilidades sumamente elevadas a los emisores de menor calificación”.