Los hedge no creen que la solución sea más regulación

Kamil Molendys, Unsplash

Más control sobre todos los productos y mercados y más cerco a los paraísos fiscales que no cooperen. Según publica el diario Negocio, la propuesta de los países europeos del G-20, que plantearán en la reunión de este grupo en Londres a principios de abril, ha encendido las señales de alarma en la industria. El establecimiento de mayores controles sobre los hedge funds ha dejado de ser una mera idea retórica para convertirse en un planteamiento político de calado. Y Estados Unidos está ahora más receptivo que nunca a una iniciativa de este tipo.

El escándalo de la estafa de Madoff convirtió a los hedge en el chivo expiatorio de la crisis, pero las firmas de inversión libre consideran que no son los culpables de la actual situación y que ya existe una regulación específica sobre el funcionamiento de estos productos.

La domiciliación de la inmensa mayoria de los hedge en paraísos fiscales ha creado desde siempre numerosas suspica-cias, que ahora se convierten en desconfi anza, sobre todo cuando los mercados no remontan y los inversores buscan la seguridad a toda costa.

En Europa, las normas de regulación son más concretas que en EEUU, donde la industria hedge tiene un largo recorrido. De hecho, en España, donde se regularon en 2006, la normativa es muy estricta respecto a otros países.

Hasta que se concrete la decisión que adopte el G-20 sobre este asunto, las fimas de inversión libre rechazan que más regulación vaya a servir para algo.

"El problema es que se culpa a los hedge de algo que no han provocado, como es la quiebra de los bancos", señala Santiago Moro, director general de Valira Asset Management. "Muchos hedge están registrados en paraísos fi scales por temas de coste, porque es más fácil y más barato, lo que después repercute en beneficio del partícipe, que paga menos", asegura.

Sin embargo, esta facilidad administrativa ha favorecido al mismo tiempo la entrada de profesionales con una escasa estructura organizativa y una mínima estrategia para sus inversiones.

"Muchos traders muy reconocidos dejaban la banca de inversion donde estaban trabajando, domiciliaban sus fondo en un paraíso y funcionaban con dos teléfonos", explica Victor García Romero, director general de Valorica.

La implantación de más regulación serviría para acabar con esta situación pero, a su juicio, "no hace falta más carga". Y menos en Europa. "Los reguladores europeos, como en España, exigen una serie de requisitos, como la solvencia de la fi rma de inversión, una estructura mínima, un límite de endeudamiento y una serie de medidas para evitar el excesivo apalancamiento.

En Irlanda, hasta se obliga al gestor a que explique el control de riesgos que aplican", asegura García Romero.

Enrique Bailly-Baillière, responsable de desarrollo de negocio de Altex Partners, considera que si se establece más control sobre la gestión de los hedge, podrían perder su esencia y dinamismo.

"Si se publicaran directamente las posiciones de las carteras, se restaría competitividad a los gestores", subraya.

Bailly-Baillière es más propenso a la autorregulación del sector y establecer nuevas reglas de juego entre los inversores y los gestores para devolver la confianza a los mercados, y a través de organizaciones internacionales representativas de la industria.

Pero García Romero es escéptico sobre la efectividad de la regulación. "No hay sector más regulado que el bancario y no han sabido detectar los riesgos que se avecinaban", apunta.

Desde el lado académico, la visión es igual de fría sobre los resultados de añadir más regulación. Manuel Romera, director del Sector Financiero del IE Business School, asegura que establecer un vínculo entre paraísos fiscales y hedge funds es "absurdo". "Paraíso fiscal supone pagar menos impuestos, pero en España otros vehículos como las sicavs ya sirven para lo mismo",

subraya.

Lorenzo Dávila, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, estima que la regulación de los hedge se tendría que hacer, en todo caso, desde una perspectiva internacional. Aunque un control más estricto "descafeinaría" estos productos.