Los mercados se empiezan a poner nerviosos

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Artemuestra, Flickr, Creative Commons

Las incertidumbres son demasiadas como para poder obviarlas y los inversores empiezan a ponerse nerviosos. El comportamiento registrado por la renta variable durante las últimas dos sesiones (las bolsas europeas han caído más de un 5% en las últimas cinco sesiones) evidencia el mayor grado de intranquilidad que existe actualmente en los mercados. La segunda quincena de junio se prevé agitada. El jueves, 16 de junio, la Reserva Federal tendrá que tomar una decisión sobre si subir o no los tipos de interés en Estados Unidos. Por ahora, todo parece indicar que no lo hará, sobre todo tras la publicación del último informe de empleo, que anunciaba una cifra de creación de puestos de trabajo muy inferior a lo esperado. Medido por el mercado de futuros, la probabilidad de que Janet Yellen anuncie una subida de tipos de interés en el mes de junio ha caído al 4%. Dado que las posibilidades de ver subidas de tipos en junio parecen haberse difuminado, cabe preguntarse cuáles son las consecuencias de mantener de tipos.

Para Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con Especialización en Finanzas del IEB, habría principalmente cuatro consecuencias directas. “Primera: la bolsa estadounidense subiría, al no tener una alternativa en renta fija más atractiva en cuanto a precio, si bien el sector bancario no acompañaría este movimiento, al ser el más beneficiado por la subida de tipos. Segunda: el dólar se vería debilitado frente al resto de divisas, especialmente el euro, aunque la compra de deuda corporativa por parte del BCE puede paliar parcialmente este efecto. Tercera: las materias primas, al estar denominadas en dólares, se verían beneficiadas por esta situación, y por lo tanto todas las compañías que las comercializan. Por último, todas las economías fuertemente endeudadas en dólares también se verían aliviadas, ya que su pago de intereses sería menor”. Pero lo que verdaderamente está generando más inquietud es la incertidumbre sobre lo que sucederá en Europa la próxima semana. En la agenda, dos citas electorales: el referéndum del Reino Unido sobre su permanencia o no en la UE y los comicios en España.

De ellos, el primero de ellos es el que más preocupa a los inversores por lo que están arrojando las encuestas y las consecuencias imprevistas que el triunfo de los partidarios de abandonar la comunidad europeo acarrearían para la economía y los mercados. “El surgimiento de situaciones imprevistas son los eventos que más pueden afectar a los precios de los activos, por la imprevisibilidad de sus consecuencias”, asegura Peter Bourbeau, gestor de Legg Mason Global AM. Y no cabe ninguna duda de que un hipotético Brexit abre grandes interrogantes. Las previsiones más pesimistas apuntan a que podría desencadenar una fuerte caída de la actividad económica. Según Léon Cornelissen, economista jefe en Robeco, para el Reino Unido el Brexit podría suponer una contracción del 8% del PIB, lo que provocaría una recesión económica en el país. La OCDE calcula que el perjuicio económico a más largo plazo representaría entre el 2,7% y el 7,7% del PIB de aquí a 2030 (con un supuesto de base del -5,1%).

De acuerdo con el organismo, la disminución de la apertura comercial, el menor atractivo del Reino Unido para la inversión extranjera directa, la reducción de la inversión interna y la merma de las ventajas derivadas de la inmigración serían las principales causas de los inevitables costes a largo plazo de la salida del país de la UE. Reino Unido es la segunda economía más grande de la región y representa un 16% del PIB, en comparación con el 21% de Alemania o el 15% de Francia. El dato más significativo radica en que el 44% de la actividad comercial de Reino Unido se realiza con la UE mientras que tan solo un 8% de las exportaciones comunitarias tienen a Reino Unido como destino. Algunos productos intermedios británicos, como los químicos, representan el 15% de las exportaciones totales de la UE. “Parece evidente que la UE tiene menos que perder que Reino Unido y Bruselas debería, por sus propios intereses, mantener una posición firme”, señala Philippe Uzan, director de Inversiones en Edmond de Rothschild AM (France).

Capítulo aparte merece el análisis de lo que podría ocurrir en los mercados. Claramente, la noticia supondría abrir la caja de Pandora de la incertidumbre y el euroescepticismo, lo cual sería casi con toda seguridad mal recibido. De acuerdo con el equipo de análisis de AXA IM, el impacto inicial del Brexit en los mercados financieros sería significativo, pero menos que los episodios vividos durante las crisis financiera. “La renta variable europea, tanto la de la eurozona como la británica, podría caer entre un 10 y un 15%, por lo que recomendamos cubrir las posiciones. Sin embargo, sería esperable que la renta variable de la zona del euro se recuperase más fácilmente dado que los ingresos de las compañías se mantendrían, en general, intactos. En renta fija, con el Brexit, las rentabilidades de la deuda europea core caerían aún más, con los vencimientos cortos de los bunds alemanes bajando hasta 25 puntos básicos. En lo que respecta a los spreads de crédito, estos se ampliarían entre 15 puntos básicos para la deuda periférica y 50 puntos básicos para las emisiones en libras”, vaticinan.