Los siete consejos de EFPA para aliviar el impacto que la cuesta de septiembre tiene en nuestras finanzas

calculadora
Wuestenigel, Flickr, Creative Commons

EFPA España ha elaborado, a modo de guía práctica, un documento que incluye una serie de pautas para que nuestras finanzas no sufran la cuesta de septiembre. Elaborar un presupuesto, revisar gastos y fijar una estrategia de inversión con nuestro asesor financiero, algunas claves para aliviar nuestra cartera tras las vacaciones.

1. Elabora un presupuesto realista. Elabora un cuadro que incluya los ingresos recurrentes con los que podemos contar y los gastos fijos que afrontamos cada mes (hipoteca/alquiler, transporte, comida, luz/gas, letras, seguros…). Ten en cuenta dos premisas básicas: no debemos contraer deudas que no podamos pagar ni gastar más de lo que ingresamos.

2. Controla los gastos innecesarios. La vuelta de las vacaciones y el inicio del nuevo curso es el momento idóneo para analizar todos los gastos recurrentes, con el fin de eliminar algunos productos o servicios que no utilicemos, o renegociar o cambiar de proveedor, aprovechando mejores ofertas en el mercado. Incluso, puede ser un buen momento para revisar si merece la pena amortizar alguna deuda o renegociarla con la compañía en cuestión.

3. Elabora con tu asesor financiero un buen ejercicio de planificación financiera. Una vez analizados los gastos fijos, es el momento de sentarnos con nuestro asesor financiero de confianza para realizar un correcto ejercicio de planificación financiera, teniendo en cuenta nuestro horizonte temporal, perfil de riesgo y situación personal. La volatilidad de los mercados y el entorno de tipos bajos prolongados nos pueden ofrecer algunas oportunidades de inversión atractiva y financiación más económica, reduciendo el importe de nuestros préstamos, pero cualquier decisión final debe contar con la ayuda de un profesional cualificado.

4. Plantéate cambiar algunos hábitos de consumo y compartir gastos. Septiembre es un mes perfecto para plantearnos qué gastos son necesarios y cuáles son prescindibles. Entre otros, podemos valorar opciones como ir al trabajo andando, en bicicleta o compartiendo coche, e incluso, llevar la comida a la oficina para ahorrarnos el menú de cualquier restaurante.

5. No te dejes atrapar por los productos ‘gancho’. Existen algunos productos financieros que tienen como finalidad ayudar en momentos de escasez de tesorería, pero que también cuentan con riesgos importantes. Un buen ejemplo son los préstamos y las tarjetas de crédito, opciones de financiación rápida pero que suponen productos arriesgados que solo son aconsejables para aquellos que tengan la certeza absoluta de que podrán hacer frente a las cuotas. La mejor opción es invertir el tiempo necesario para informarse y revisar la letra pequeña del contrato para no sufrir ningún contratiempo.

6. Explora nuevos productos financieros. Después del verano, algunas entidades lanzan nuevos productos financieros, como planes de pensiones, fondos de inversión, cuentas de ahorro…Conviene consultar toda la información para ver si nos encaja alguna de las ofertas y que nos ayude a diversificar nuestros ahorros e inversiones.  

7. Piensa en empezar a ahorrar para la jubilación. Tu jubilación no se parecerá a la de tus padres, por la reducción de la cuantía media de las pensiones públicas en los próximos años y el incremento de la esperanza de vida. Este nuevo escenario nos obliga a explorar otras fórmulas de ahorro que complementen la pensión pública y nos ayuden a mantener nuestro poder adquisitivo cuando dejemos de trabajar. Después del verano, es un buen momento para trazar una estrategia, siempre bajo una premisa clara: cuando antes empecemos a ahorrar, menor tendrá que ser el esfuerzo y las aportaciones a realizar. El interés compuesto y el amplio abanico de alternativas de inversión juegan a nuestro favor