El problema es muy claro. Lo que no les está dando la renta fija no lo pueden compensar con la renta variable por la falta de tendencia que muestran las bolsas. Esto les está poniendo entre la espada y la pared teniendo en cuenta, además, el entorno de mayor volatilidad e inflación existente.
Los gestores de carteras conservadoras, la categoría de producto donde se encuentra la mayor parte del dinero en España, están viviendo un año muy difícil. Muchas carteras ofrecen actualmente rentabilidades negativas, algo difícil de asumir para unos clientes cuyo objetivo primordial es la preservación del capital, y el nerviosismo empieza ya a instalarse sobre unos profesionales a los que los mercados financieros están poniendo entre la espada y la pared. En los últimos años, el escenario de baja volatilidad y buen comportamiento de los activos tanto de renta variable como de renta fija, había creado un escenario muy favorable para que los gestores de carteras conservadoras pudiesen cumplir fácilmente con las expectativas de sus clientes, pero ahora todo eso ha cambiado de manera radical.
“Está siendo un año muy difícil para gestionar. La falta de tendencia de las bolsas está siendo un problema para los gestores de carteras defensivas, ya que lo que no te está dando la renta fija no puedes compensarlo con la renta variable, que no está ofreciendo rentabilidad. Esto hace que los gestores cuyo objetivo sea generar retornos positivos a través de una cartera defensiva con baja volatilidad lo tengan complicado”, asegura Manuel Arroyo, director de Estrategia de J.P.Morgan AM para España y Portugal. Muchos de los fondos mixtos que antes habían funcionado bien hoy están decepcionando a los inversores y lo peor es que el futuro se presenta complicado para los gestores de carteras conservadoras, que presumiblemente tendrán que afrontar tres importantes retos.
1. El primero será gestionar en un entorno de mayor volatilidad. A los clientes conservadores las fuertes oscilaciones del valor de sus inversiones les produce una gran incomodidad. El problema es que venimos de unos años en los que la volatilidad ha sido muy reducida y que, a partir de ahora, todo apunta a que ésta será mayor. De hecho, los inversores con carteras conservadoras ya lo están sintiendo. “La volatilidad ha vuelto para quedarse, sobre todo ante la gradual normalización de políticas monetarias que están llevando a cabo los bancos centrales. Antes, las malas noticias eran buenas noticias para los mercados. Cuando se conocían datos negativos se interpretaba que las autoridades monetarias actuarían, lo que calmaba a los mercados. Ahora es justo al revés. Las buenas noticias son malas noticias, ya que se entiende que esto significará retirada de estímulos”, explica David Lafferty, estratega jefe de Mercados de Natixis IM.
En este sentido, el BCE ha mostrado poco interés en cambiar su postura ante el aumento de la volatilidad en los mercados y el último dato del IPC de la eurozona, que fue más alto de lo previsto, le dará suficientes razones para anunciar nuevas reducciones de los estímulos cuantitativos durante el verano, señala Andrea Iannelli, director de inversiones del área de Renta Fija de Fidelity International. “En este entorno, es probable que la volatilidad empiece a globalizarse”, augura Adrian Bender, gestor en Vontobel.
2. El segundo gran obstáculo con el que se están encontrando los gestores de carteras conservadoras es la situación que atraviesan los mercados de renta fija, clase de activo sobre el que se cimenta el núcleo de los productos defensivos. Los precios han subido y las rentabilidades caído hasta el punto de que el mercado de high yield en euros renta muy poco. “Las circunstancias nos lo están poniendo muy difícil. Cada vez que un emisor emite deuda vemos un nuevo estrechamiento de los cupones. Hemos visto cómo una emisión de bonos AT1 de un banco europeo generaba una demanda 10 veces superior a la oferta, lo que permitió a la entidad reducir la rentabilidad ofrecida. El entorno es el soñado para las compañías que acuden al mercado en busca de financiación, pero no para los gestores, que vemos cómo las oportunidades escasean”, reconoce Paul Read, gestor de Invesco.
El problema es que no hay escapatoria. Ni siquiera en Estados Unidos, donde los cupones son mayores, los inversores europeos pueden aprovechar las oportunidades por el elevado coste que supone cubrir el dólar. En estos momentos, el gasto del hedging está en el 2,5%. Y subiendo. El bono del Tesoro americano a diez años está en el rango del 3% y el mercado de deuda de alto rendimiento en el del 6%. Si a ellos les restamos el 2,5% que supone hacer el hedging, el resultado en la parte de gobiernos mengua drásticamente, haciéndola poco atractiva, mientras que en high yield la rentabilidad se quedaría en torno al 3,5%, un porcentaje quizás demasiado bajo para el riesgo asumido. Esta situación ha obligado a muchos inversores a deshacer sus posiciones en renta fija americana.
3. El tercer gran desafío que tienen que afrontar los gestores de carteras conservadoras viene por el lado de la inflación, concretamente por el reto que les supone tener que batirla para garantizar que el dinero de sus clientes no pierde valor. “Durante los últimos años, la inflación en España y en el resto de economías desarrolladas no ha sido un problema pero, con la normalización de las economías y el repunte que está experimentando el precio de las materias primas, ésta vuelve a aparecer en escena. Esta inflación, a pesar de ser moderada, erosionará las rentabilidades, lo que supone un importante reto para los gestores de carteras conservadoras”, señalan Mario González y Álvaro Fernández Arrieta, co-responsables de Desarrollo de Negocio de Capital Group para España y Portugal.
Por el momento la inflación se mueve en el entorno del 2%, porcentaje que pone a los gestores de carteras conservadoras un objetivo a alcanzar. “A principios de año el mercado no era suficientemente consciente de la posibilidad de una normalización de la inflación. En EE.UU. se ha producido una dramática mejora del mercado laboral, con tasa de paro del 3,9%, por debajo de lo que se considera pleno empleo. A pesar de ello no hay aceleración de inflación en salarios o consumo. Quizá es atribuible a que la recesión ha sido profunda, la creación de empleo no ha sido de calidad y globalmente estamos ante el efecto Amazon. Sin embargo, nos acercamos a una inflación del 2% en EE.UU, lo cual supone un cambio de régimen. Y lo mismo se da en Europa”, subraya Andrea Delitala, gestor de Pictet AM.