Mesa redonda macro de Candriam para terminar el año

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SparkCBC, Flickr, Creative Commons

A las puertas de un nuevo año toca reflexionar sobre lo que nos espera en materia económica. Y lo que nos espera es, según Candriam, avanzar hacia un crecimiento global positivo y un aumento de las presiones inflacionarias a lo largo del próximo año. Un cambio de modelo liderado por EEUU y que revertirá en los mercados financieros globales. Esperan una aceleración global del crecimiento aunque desigual por regiones y vulnerable a las numerosas incertidumbres políticas. Así, mientras la economía de EEUU podría acelerarse gracias a una política fiscal expansionista, en Europa el crecimiento seguiría siendo moderado, frente al bloque emergente aliviado por la estabilización del precio de las materias primas (con el permiso de China).

El recorrido económico empieza por EEUU. Son ocho años los que la economía americana lleva en expansión. El crecimiento continúa apoyado por un gasto de los hogares que evoluciona en una senda sólida y que se mantendrá si avanzan los ingresos de los hogares vía salarios. ¿Qué hay sobre el riesgo de la temida recesión y su recurrencia como factor de volatilidad de los mercados? Aún no toca, concluyen desde Candriam. “El escenario macro no desliza ningún desequilibrio significativo que pudiera desencadenarlo”, señalan, “no existe ni un exceso de endeudamiento de los hogares ni una inversión excesiva en el segmento inmobiliario residencial; el aumento en la inversión de las empresas se ha mantenido en niveles moderados y los salarios aumentan de forma progresiva”. Y ello se traduciría, en términos de política monetaria, en que la Fed se pueda ajustar a su guión sin necesidad de acelerar la normalización de su estrategia.

Pero entonces llegó Donald Trump. La victoria del republicano representa un cambio del régimen en el país. Podría ser la variable que podría modificar las reglas del juego para la Fed alterando el escenario económico a través de una política fiscal expansiva. Aunque de momento se trata de promesas e incógnitas, “sus efectos serán más perceptibles a partir de 2017 y, sobre todo, en 2018 cuando el crecimiento podría superar el 3 % y el déficit público podría duplicar sus niveles actuales”, señala Anton Brender. Sobre el papel, la aplicación de su programa fiscal pretende ser neutral en su impacto sobre el déficit y compensar el aumento del gasto y bajadas de impuestos con mayor recaudación derivada de un aumento de la base salarial y la actividad económica. Propuestas que incrementarán la deuda pública y generarán presiones inflacionistas, en un contexto de mercado de trabajo ya robusto, y que acompañadas de una aceleración del crecimiento sería un buen escenario para la estrategia de salida de la Fed. “Una dosis de la reactivación de EEUU está disipando las ansiedades del ciclo final entre los profesionales del mercado. En última instancia, Candriam espera un mayor crecimiento de Estados Unidos en los próximos meses”.

En la zona euro, el crecimiento económico ha mostrado cierta resistencia a todo el panorama político no exento de sorpresas, avanzando hacia una senda de crecimiento autosostenido con el empleo y el consumo interno como principales protagonistas, impulsando con ello la actividad empresarial. “Los riesgos políticos seguirán siendo elevados de cara a 2017 ya que existen varias citas electorales a la vista”, señala  Florence Pisani. El aumento de los populismos como telón de fondo. Y aquí seguirá siendo esencial el BCE quien “seguirá haciendo todo lo que esté en su mano para evitar un endurecimiento de las condiciones financieras en la región”, apunta. Por su parte, la postura del BCE se mantendrá constructiva frente a un estímulo fiscal que aunque no llega podría verse condicionado por el aumento de los populismos.

En cuanto al asset allocation, las perspectivas de un mayor crecimiento y aumento de las presiones inflacionistas parecen haber cambiado el riesgo de las acciones a los bonos. Esperan que las acciones en EEUU tengan un rendimiento superior debido al aumento de los beneficios empresariales, la mejora de las lecturas de confianza y la estabilidad de los múltiplos de acciones. Una visión que se traduce en una sobreponderación de acciones de EEUU pero también de acciones japonesas que se beneficiarían de la mejora de las perspectivas de EE.UU. y representan una cobertura si el dólar se aprecia más de lo esperado. Visión positiva, además, para la renta variable de la zona euro, pero negativa para las de Reino Unido donde los efectos negativos del Brexit estarían aún por llegar de la mano, principalmente, de un endurecimiento de las condiciones del crédito para los hogares y empresas, el aumento de la presión inflacionistas y la reducción de la capacidad adquisitiva de los consumidores.

En materia de desafíos, Nadège Dufossé señala cinco elementos principales para la gestión de activos de cara a 2017: (1) el aumento de los tipos de interés, (2) el riesgo de error político en EEUU (vía proteccionismo y presión acelerada sobre los precios), (3) desacoplamiento de la política monetaria de la Fed y el resto de bancos centrales por sus implicaciones para el mercado de divisas, (4) la neutralización que un programa proteccionistas de EEUU ejercería sobre la mejora de los fundamentales en las economías emergentes, y (5) la incertidumbre política en Europa solo aliviada con el papel bálsamo del BCE.