Morningstar responde a Larry Fink: "Las gestoras también deberían asumir una responsabilidad social rebajando los costes cargados a los partícipes"

carta, boligrafo, contrato, nombramientos
Helloquence on Unsplash

La última carta de Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, ha conseguido gran cobertura mediática gracias a su crítica al incremento de la desigualdad y a su petición a las empresas de adoptar un papel más social. Fink tiene la costumbre de escribir anualmente una misiva que va dirigida a los consejeros delegados de las empresas en las que invierte BlackRock en nombre de sus partícipes.Fernando Luque, senior financial editor de Morningstar en España, aporta algunas reflexiones sobre esta misiva.

La frase más comentada de este año es aquella en la que Fink afirma que “las empresas deben beneficiar a todas las partes interesadas, lo que incluye a los accionistas, a los empleados, a los clientes ya las comunidades en las que opera”. Luque resume el contenido de la carta así: “En definitiva, su discurso podría resumirse en que es bueno ganar dinero, pero también es importante compartir de alguna manera esos beneficios con la sociedad”, algo en lo que muestra su acuerdo personal y también el de Morningstar.

De hecho, en la consultora llevan tiempo defendiendo el papel creciente de la responsabilidad social, como “un aspecto que tendrá cada vez más importancia en la gestión diaria de las compañías e, incluso, en su valoración bursátil”. Precisamente por esta razón la firma empezó en marzo de 2016 a calificar fondos con un rating de sostenibilidad desarrollado internamente – con la colaboración de Sustainalytics- para comprobar en qué medida las compañías en las que invierten cumplen en materia no sólo de responsabilidad social sino también de gobierno corporativo y de respeto al medioambiente. “Personalmente creo que estos aspectos, en conjunto o por separado, pueden llegar a ser un factor de ventaja competitiva, al igual que las ventajas de coste, de red, los costes de cambio, los intangibles o las economías de escala (lo que llamamos los “economic moat”)”, afirma Luque.

No obstante, aunque la opinión general sobre los puntos de vista de Fink es positiva, desde Morningstar también realizan una crítica constructiva que tiene que ver con el propio papel de las gestoras como agentes dinamizadores del cambio. “Las gestoras (y especialmente las mayores de entre ellas) también tienen una labor social que cumplir, al igual que las demás corporaciones”, declara Luque. 

Éste también se pregunta cómo podrían estas entidades devolver parte de sus ganancias en la sociedad, sobre todo considerando lo bien que ha ido el negocio de la gestión de activos: Luque explica que “una gestora como Blackrock gestiona unos 6 billones de dólares, con un margen operativo que supera el 40%”.

La solución que aportan desde Morningstar pasa por rebajar los costes cargados a los partícipes. “Hay margen. Por ejemplo, de los más de 110 fondos de BlackRock analizados por nuestro equipo de analistas a nivel global, más de la mitad recibe un rating de costes (Price Pillar) de neutral o negativo”, explica el editor.

Morningstar lleva mucho tiempo defendiendo la necesidad de que las gestoras ajusten los costes de sus fondos como una manera de fomentar la excelencia en la gestión, evitando que los partícipes paguen un precio alto por una rentabilidad que podría ser mejorable. Con la introducción de la normativa MiFID II, la polémica sobre los costes ha pasado a un nuevo nivel, dada la exigencia de transparencia para que los inversores sean conscientes de qué están pagando realmente. Es por este motivo que algunas gestoras han empezado a revolucionar sus modelos de cobro de comisiones.

Luque aclara que BlackRock no es la única firma donde habría margen para una rebaja. De hecho, afirma que “la situación de esta gestora no es muy distinta a la del universo de fondos que hemos analizado hasta ahora y, probablemente, esté en mejor situación que la mayoría de entidades españolas”. El editor de Morningstar insiste en que lo importante es tomar conciencia – tal y como defendía Fink en su carta- de que una empresa puede desarrollar una labor que vaya más allá de generar una rentabilidad meramente financiera. En este sentido, enfatiza que “es necesario recordar que las gestoras de fondos también (como cualquier otra empresa) pueden y deben cumplir, a su manera, una labor social devolviendo parte de sus ganancias a sus partícipes”.