TRIBUNA de Domingo García Coto, director del Servicio de Estudios de BME.
A pesar de que, desde un punto de vista académico, sigue habiendo un debate muy vivo sobre la conveniencia o no de remunerar periódicamente al accionista y cómo hacerlo de manera lo más eficiente posible para todas las partes, las empresas españolas cotizadas han optado claramente por retribuir generosamente al accionista, sobre todo en los últimos ejercicios. Las fórmulas por las que han optado son variadas, pero el dividendo en efectivo o acciones es el rey. Así lo destaca el Informe sobre las fórmulas de remuneración al accionista en el mercado español presentado en la Bolsa de Madrid, primer manual de este tipo que se realiza en España y que persigue contribuir a la ampliación del conocimiento, la transparencia y la divulgación de aspectos relevantes de la economía y los mercados de valores entre todos sus participantes.
La Bolsa española se ha caracterizado tradicionalmente como un mercado de elevada remuneración al accionista, sostenida en el tiempo y amortiguadora de los movimientos de los precios. La evolución de los pagos de dividendos y del Índice General de la Bolsa (IGBM) entre 1980 y 2012, permite apreciar el volumen y la estabilidad creciente de los pagos frente a la mayor variabilidad del indicador de la evolución de los precios del mercado.
La importancia de la remuneración al accionista en la Bolsa española se ve refrendada con datos de rentabilidad por dividendo desde 1990 que comparan muy favorablemente con datos homogéneos obtenidos de MSCI Blue Book referidos a otros mercados bursátiles desarrollados, como el norteamericano, el alemán o el francés. Entre los años 1990 y 1997, la rentabilidad por dividendo en España se sitúa de forma consistente por encima de las obtenidas en esos mercados. Esta situación vuelve a reproducirse marcadamente desde el inicio de la crisis financiera (2007) hasta el momento actual (2013), años en los que la rentabilidad por dividendo del mercado español se desmarca al alza.
Desde 2008, la retribución agregada total al accionista satisfecha por las empresas cotizadas en la Bolsa ha sido siempre superior a los 24.500 millones de euros anuales, con un máximo histórico de 33.900 millones en 2009, que casi se repite en 2011 y es cinco veces superior a la registrada hace una década (año 2000). Cifras trascendentes que representan, en términos relativos, entre el 2% y el 4% anual del PIB y que denotan el esfuerzo realizado por las empresas para mantener la retribución al accionista en un entorno de crisis.
Este trabajo presenta un análisis descriptivo donde se identifican las 19 fórmulas de remuneración empleadas por alguna compañía cotizada en la Bolsa española a lo largo de su historia. Se explica con detalle en qué consiste cada una de ellas, los efectos que producen en la estructura patrimonial de la compañía, las repercusiones fiscales para los diferentes tipos de inversor y se expone un ejemplo real que identifica cada una de las fórmulas descritas.
El dividendo es la remuneración al accionista utilizada con mayor frecuencia, ya que se trata de una variable esencial para el inversor y de gran impacto mediático. En España la rentabilidad que se ha obtenido por este concepto ha sido tradicionalmente elevada, especialmente en los últimos años. En paralelo, la exigencia de desendeudamiento de las empresas cotizadas y la recapitalización del sector financiero han impulsado la proliferación de otras fórmulas de retribución alternativas a la distribución de parte de los beneficios en efectivo.