TRIBUNA de Ana Gasca, directora general de NN IP para Iberia. Comentario patrocinado por NN Investment Partners.
TRIBUNA de Ana Gasca, directora general de NN IP para Iberia. Comentario patrocinado por NN Investment Partners.
El mercado de bonos verdes crece de forma imparable. Este segmento, que tiene un importante sesgo hacia emisiones denominadas en euros con grado de inversión, ha experimentado un aumento significativo: en diciembre de 2019 había superado el récord de los 500.000 millones de euros. Este hito otorga a la renta fija un lugar preponderante en el universo de la inversión sostenible.
¿La política del BCE podría contribuir a un mayor crecimiento de este mercado? Con la llegada de Christine Lagarde a la Presidencia del BCE surgió un debate en torno al inicio de un programa ecológico de flexibilización cuantitativa (QE). El QE lanzado el pasado mes de noviembre por el BCE contempla la compra de bonos por valor de 20.000 millones de euros al mes. Sin embargo, este programa tiene muchas limitaciones.
Por poner un ejemplo, solo los bonos denominados en euros son elegibles para este fin, y el BCE no puede comprar más de un tercio de una emisión individual. Esto significa que aunque algunos de los bonos que adquiera puedan ser verdes, probablemente sea más una coincidencia que una elección consciente. Si aplicamos todas las restricciones del BCE al segmento de los bonos verdes, solo entre 50.000 y 80.000 millones serían aptos para participar en el QE. Esto descarta un QE verde, ya que el mercado aún es demasiado pequeño. Pero esto no significa que el BCE no vaya a hacer nada.
Nosotros creemos que cualquier medida que tome el BCE tendrá un efecto positivo en el mercado de bonos verdes. Por ejemplo, podría comunicar el volumen de bonos verdes que compra o fijar un umbral mínimo de compra mensual que fuera creciendo con el tiempo. Este movimiento podría atraer a más emisores, impulsando aún más el crecimiento del mercado.
Emisiones corporativas vs. emisiones de gobiernos
2019 ha sido el segundo año consecutivo en el que los emisores corporativos han dominado el mercado de bonos verdes. A diferencia de lo que ocurrió en 2018, además de los habituales emisores (finanzas y servicios públicos), otros se han lanzado al ring: compañías industriales, de comunicación, tecnológicas y aseguradoras se han estrenado en este mercado. Y esperamos aún una mayor diversificación. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, están en plena transición hacia los vehículos eléctricos, por lo que no se descarta que también ellos comiencen en breve a emitir este tipo de títulos.
Respecto a los emisores soberanos europeos, la actividad en 2019 también ha sido intensa. Los Países Bajos fueron los primeros emisores soberanos en lograr un rating AAA con su primera emisión en este mercado el pasado mes mayo, una emisión que, además, fue la mayor de bonos verdes hasta la fecha (casi 6.000 millones de euros). Las emisiones de gobiernos representan actualmente el 24% del mercado de bonos verdes en euros. Este año se espera que emitan otros países, como Alemania, Italia y Suecia.
Nuevas etiquetas verdes
Además de los bonos verdes, sociales y de sostenibilidad, los cuales son tipos de activos ya bien definidos, en 2019 comenzaron a surgir otras etiquetas como bonos de transición o bonos vinculados a los criterios de ASG. Sin embargo, debido a su poca transparencia y trazabilidad creemos que estos nuevos conceptos aumentan el riesgo de lavado verde o greenwashing.
Nosotros ya consideramos a los bonos verdes como bonos de transición. Esta etiqueta podría abrir la puerta a sectores, empresas y actividades que no son precisamente limpios o verdes y que probablemente no lo sean nunca; podría permitirles realizar emisiones en el espacio sostenible, algo que no nos ayudará a alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París.
En el caso de los bonos vinculados a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) nuestras preocupaciones son las mismas. Además, como hay 17 ODS con 169 objetivos, una empresa puede afirmar que está progresando de alguna forma en alguno de esos objetivos: el riesgo de greenwashing es también muy elevado.
Con la mirada puesta en este año que acabamos de estrenar, creemos que el mercado de bonos verdes continuará creciendo al ritmo que aumenta la inversión en innovación, energía limpia y ciudades inteligentes. Las empresas liderarán este crecimiento, pero también nuevos emisores soberanos se animarán a estrenarse en este mercado. Además, es probable que el mercado reciba un nuevo impulso como resultado del creciente apetito de los inversores por los productos verdes. Para finales de 2020 prevemos que el volumen del mercado global de bonos verdes alcance los 800.000 millones de euros.
En NN IP contamos con un fondo que aprovecha las oportunidades de este segmento en auge, el NN (L) Green Bond, el mayor fondo de bonos verdes del mercado, con más de 1.000 millones de euros en activos bajo gestión. Invierte en bonos verdes de elevada calidad crediticia (entre AAA y BBB-), principalmente denominados en euros. A fin de determinar que el universo de inversión cumple nuestros requisitos, comprobamos si los bonos seleccionados reúnen los principios aplicables a los bonos verdes que formula la International Capital Market Association. Se lleva a cabo una selección de empresas mediante un análisis excluyente (se excluyen emisores con problemas graves y de tipo estructural que sean controvertidos desde el punto de vista del medio ambiente). Su objetivo es batir al Bloomberg Barclays MSCI Euro Green Bond Index. También contamos con una versión de duración corta, NN (L) Green Bond Short Duration y estamos lanzando un fondo de bonos verdes corporativos.