Buenas noches, Vietnam

PIMCO
Foto cedida

Las carambolas rara vez tienen lugar en un taxi; y fue en un taxi de San Francisco —no un Uber— donde volví a enfrentarme con mi pasado lejano. Sue y yo nos dirigíamos de vuelta al Four Seasons tras contemplar brevemente la urbe al anochecer desde el «Top of the Mark» (restaurante con una vista panorámica de la ciudad de San Francisco). El conductor me pareció vietnamita, y yo, que llevaba una o dos margaritas en el cuerpo, tuve la desafortunada tentación de regresar a la jungla emocional de Vietnam a la que había ido, y de la que había regresado sano y salvo, hace casi 50 años. «Usted es vietnamita, ¿verdad?»—le dije—«¿Qué edad tiene?» «53», me respondió. «Crecí en Da Nang y a los 8 escapé con mi madre, después de que matasen a mi padre y mi hermano mayor». Mentalmente resté 53 menos 8, y el resultado le situó en Vietnam hacia la misma época en que yo había estado allí, en 1969. «¿Ha estado allí alguna vez?» inquirió. «Bueno, sí»—tartamudeé—«alrededor de la época en que usted dejó el país, pero yo estaba con la Marina»; una excusa que supuestamente me absolvía de cualquier participación directa, si bien en realidad no era así.

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