Código Rojo: Algunos hombres buenos

Código Rojo: Algunos hombres buenos

Miguel de Juan Fernández- A bordo del ARGOS 7 Marzo 2014

Esta semana, los medios de comunicación han dado una enorme importancia a las declaraciones del sr. Blesa ante el juez en las que se resaltaba que “un jubilado no necesariamente es un ignorante financiero”. Desconozco exactamente el resto de sus declaraciones pero, tomada literalmente, esta declaración es totalmente correcta,….por si alguien se indigna en demasía, aprovecho también para decir que, de igual modo, ser ex presidente de una entidad financiera no implica que necesariamente sepa de finanzas ni que, necesariamente, sea un ejemplo de honradez. Espero que, al menos ahora, todos estemos de acuerdo en que, literalmente, esa “no necesidad” sea vista por todos como cierta,…en unos y otros casos.

La indignación con que muchos acogieron sus declaraciones es comprensible desde mi punto de vista y creo que cualquiera que dijera algo parecido cuando hay tantos ahorradores afectados por el tema de las preferentes, cuanto menos es tener poco tacto. Personalmente entiendo lo que el sr. Blesa ha querido decir y, en su literalidad, estoy de acuerdo con él,…el problema no es la literalidad sino lo que ello termina por verse oscurecido.

Lo escribí en su día, que el asunto principal por el que los ahorradores se van a seguir viendo involucrados- en líneas generales contra su voluntad- en productos donde no deberían entrar sin encomendarse al Señor antes (porque poco consuelo recibirán del vendedor del producto después), estaba no en los productos en sí mismos, sino en el conflicto de intereses que representa el sistema de retribución a los asesores comerciales o banqueros privados de las entidades.

He comentado en otras ocasiones que el sector financiero es uno de los que más talento derrocha- pese a que en todas las entidades se “habla” siempre del gran equipo y lo valiosos que sois para vuestra entidad (lo que es cierto, el problema es que nunca dicen claro “para qué sois tan valiosos”)- ya que se contratan profesionales que tienen mayores o menores conocimientos de los mercados y productos financieros, que son perfectamente capaces de construir buenas alternativas de inversión para las carteras de sus clientes (o al menos, no especialmente malas),…pero a los que no se les deja desarrollar honradamente sus conocimientos y experiencias porque no se les paga para ello. Se les paga en cambio, para cumplir los objetivos de la entidad,…y el medio para hacerlo son los clientes.

Seguramente recordaréis la película de Tom Cruise, Jack Nicholson y Demi Moore: Algunos hombres buenos. Hay una escena en la que los acusados comentan a Tom Cruise que, cuando todos los marines estaban presentes el teniente que era su oficial directo les dio la orden de dejar tranquilo al soldado Santiago, a la sazón un pobre marine inútil para la exigencia que se le reclamaba en ese puesto,…pero cuando fueron a sus respectivos cuartos, el teniente les dio la orden directa de aplicar al soldado Santiago un Código Rojo. Yo viví algo así y no me extrañaría que muchos de vosotros no hayáis pasado por experiencias similares. El pobre soldado Santiago son nuestros clientes y, sobre todo, sus patrimonios y el Código Rojo que habíamos de aplicar era el “producto de campaña” que estuviera en liza,…bueno, en banca privada que son más discretos no hablan de “producto de campaña” muy a las claras, sino que sutilmente “te recomiendan lo bien que te vendrá ese producto para tus objetivos de final de año”. ¡Ya!

Pienso que en el caso de Blesa hay algo al estilo, quiero decir, dudo mucho que se levantaran por la mañana los miembros del consejo de administración de la entidad pensando a quién iban a fastidiar ese día. No lo creo. Pero tenían un mandato que cumplir o recomendación del regulador: mejorar su situación de balance, reforzándolo, y las preferentes eran un producto idóneo para ello. Otra cosa es, que ya Benjamin Graham comentara en su día, que las preferentes son un mal producto de inversión ya que tiene lo malo de la renta variable y lo malo de la renta fija. El producto les permitía- y por eso el Banco de España animaba a las entidades a utilizarlo- conseguir la financiación a largo plazo y asimilarla a una ampliación de capital.

El problema es que se hace muy difícil pensar que hubiera tantos ahorradores para tan enormes colocación de deuda perpetua. Es cierto que ser jubilado no implica ser un ignorante de productos financieros- y posiblemente hubo muchos que traspasaron su patrimonio a estos productos de otras entidades,…y estoy convencido de que el asesor de ésta entidad “abandonada” les explicó el riesgo de las preferentes de la otra entidad a la que se llevaban el dinero-, pero creo que discutiría mucho con cualquiera que quiera que piense que todos los jubilados son auténticos conocedores de los mercados y productos financieros.

Por otro lado, y si nos ponemos a ello, las preferentes son más sencillas de comprender por un inversor minoritario que un estructurado cualquiera y, mientras a aquéllas se las ha demonizado y, creo, se ha prohibido su venta entre inversores minoritarios de los estructurados no se ha hablado nada y, sin embargo, siguen siendo colocados- de aquella manera- entre inversores minoritarios con total alegría y, dado el enorme volumen de comisiones upfront que generan para las entidades es posible que el conflicto de intereses entre las necesidades de las entidades y las del cliente/ inversor, siga presente.

Blesa dijo algo que suena mal por la falta de tacto en su literalidad, …pero dudo mucho que otros que no están ante la justicia digan cosas más discretas actualmente.

Un abrazo a todos y hasta el próximo artículo.