¿Cómo aprovechar al máximo las oportunidades en el mercado de renta fija?

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Históricamente es difícil encontrar un comienzo de año tan débil como el que hemos vivido. Estamos ante un escenario caracterizado por tipos en mínimos y baja inflación combinada con un crecimiento débil, esto sumado al miedo que se apoderó del mercado provocando pánico entre muchos inversores. Pocos sentimientos distorsionan tanto la realidad como el miedo, pero si tratamos de ir más allá y ver qué hay realmente detrás de estos temores, encontramos oportunidades.

Los bajos niveles de inflación mantendrán los tipos bajos mientras que por su parte las reducidas cifras de crecimiento mantendrán las empresas a flote permitiéndoles hacer frente a sus obligaciones y cumplir con su deuda. Por tanto, desde la perspectiva de un inversor en renta fija, el entorno de mercado actual es más positivo que negativo.

Sin embargo, a pesar de que los fundamentales de la renta fija son atractivos, la persistencia de unos tipos en mínimos representa una navaja de doble fijo: los tipos de interés bajos son positivos, pero están ahora en niveles tan bajos que los inversores que buscan cupones han de optar por créditos con menor rating y peor liquidez. Esto pone a los fondos tradicionales en un aprieto, pues su única opción real para aumentar el rendimiento es incrementando el riesgo de duración y/o de crédito. La buena noticia para los inversores es que el universo de renta fija es muy diverso y ofrece múltiple fuentes de retornos, que van más allá de la duración y el riesgo de crédito. Esa diversidad es lo que permitirá a los inversores de renta fija lograr una rentabilidad independiente de la dirección de los tipos de interés, e independiente de los ciclos de mercado.

Para aprovechar todas las oportunidades disponibles es muy importante liberarse de los índices de referencia, un planteamiento tradicional de inversión en bonos, basado en los índices de referencia y en la duración, no solo comporta una alta probabilidad de baja rentabilidad, sino que también amplifica los riesgos debido al perfil de riesgo asimétrico actual de la renta fija. Por el contrario, una cartera flexible, gestionada activamente, puede aprovechar los movimientos del mercado.

En la renta fija, las fuentes de valor difieren de un año a otro, y las variaciones pueden resultar bastante dramáticas. Por ejemplo, durante los tiempos de crisis del 2008, los bonos de alta rentabilidad europeos tuvieron una rentabilidad de – 31%. Durante el año siguiente, en 2009, lograron la mayor rentabilidad en el espacio de la renta fija, alcanzando el 85%.

Por lo tanto, los inversores de renta fija no tienen necesidad de abandonar completamente – y no deberían hacerlo- las estrategias tradicionales de bonos. Sin embargo, dentro de su asignación a deuda, deberían tomar medidas para hacer un uso más eficiente de sus inversiones asignándolas a una estrategia global, flexible y sin restricciones. Estos elementos, junto con la duración, constituirán los motores de la rentabilidad al mismo tiempo que permitirán mantener el nivel de rendimiento y la estabilidad del capital que los inversores buscan en sus carteras de renta fija.