TRIBUNA de Evaristo Moliné, executive director – responsable de Ventas para Iberia y Latinoamérica, GSAM. Comentario patrocinado por Goldman Sachs Asset Management.
El capital privado, o private equity, utiliza capital recaudado de inversores institucionales y privados, agrupado en un vehículo para invertir y adquirir capital en compañías privadas. Históricamente la inversión en private equity ha sido accesible exclusivamente a los inversores con mayor patrimonio, por sus elevados mínimos de inversión y la dificultad añadida de crear una cartera diversificada de inversión privada.
Sin embargo, en los últimos años una serie de factores; incluyendo la aparición de fondos diversificados, un entorno de tipos de interés prolongadamente bajos (que obliga al inversor a abrirse a nuevas clases de activos), y la constatación de que el private equity ha logrado de manera consistente y sostenida mejor rentabilidad que muchas otras clases de activos; están incrementando el apetito inversor hacia esta clase de activo.
La oportunidad de inversión dentro del private equity abarca todas las industrias y segmentos del ciclo corporativo:
- Venture capital: también conocido como capital riesgo, se basa en la financiación de compañías start-up en fase de crecimiento, con un elevado potencial y también un elevado riesgo.
- Growth equity: financiación de compañías con modelos de negocio probados, en los que se busca facilitar la expansión de operaciones como, por ejemplo, la entrada en nuevos mercados.
- Leveraged buyout: este tipo de operaciones suelen conllevar la toma control de la mayoría de una compañía. También suelen implicar elevados niveles de apalancamiento, y las compañías objeto de adquisición tienden a tener flujos de caja estables, que son utilizados por el inversor para pagar la deuda asumida en la adquisición.
- Distressed: se enfoca en compañías con problemas o en procesos concursales y de quiebra.
La inversión en private equity suele conllevar para el inversor: 1) acceso a liquidez limitado, 2) períodos de inversión largos, de entre 10 y 15 años, 3) desembolsos del capital comprometido durante los primeros años de inversión, durante los cuales generalmente el inversor no recibe dividendos, y 4) objetivos de inversión diversificados en los que el gestor tiene una gran discreción y no se guía por ningún índice.
El universo de private equity ha experimentado una rápida expansión en las últimas décadas y está creando más valor tanto para las empresas como para sus inversores. Un entorno de financiación favorable ha permitido a muchas compañías aplazar estratégicamente su salida a bolsa. Además, las barreras de entrada para los inversores particulares han disminuido, pues muchas gestoras han reducido los requisitos de inversión y patrimonio mínimos. En nuestra opinión, todos estos desarrollos han elevado el atractivo de la clase de activo.
Diversificación en private equity: consideramos crucial diversificar por gestoras, fondos y años de inversión inicial con el objetivo de mejorar los resultados para el cliente.
Diversificar por año de inversión inicial aporta exposición a distintas fases del ciclo de inversión en private equity; hacerlo por estrategias brinda acceso a diferentes oportunidades de adquisición: empresas en dificultades, crecimiento y capital riesgo. Cada estrategia conlleva un perfil de riesgo y rentabilidad único, y la rentabilidad de cada una de ellas puede variar en gran medida. En nuestra opinión, un enfoque diversificado podría mitigar el riesgo y ayudar a transformar al private equity en un componente básico de una cartera de inversión.
En resumen, ¿por qué invertir en private equity?
El private equity puede aportar oportunidades atractivas para mejorar los retornos en el contexto de una estrategia de inversión disciplinada y de largo plazo. Esto se fundamenta principalmente en tres de sus características principales:
- El private equity busca ofrecer mayores retornos que la renta variable cotizada, en parte debido a su enfoque de creación de valor a largo plazo.
- Ofrece la oportunidad de invertir en compañías atractivas que se mantienen en manos privadas durante un plazo mayor.
- La falta de acceso al capital requiere a los inversores profesionales establecer expectativas apropiadas para sus clientes, y puede ayudar a reforzar los objetivos del inversor para su asignación estratégica de activos.
Las rentabilidades obtenidas en el pasado no garantizan los resultados futuros, que pueden variar. El valor de las inversiones y de los ingresos derivados de las mismas fluctúa, y puede tanto caer como aumentar. Por consiguiente, el capital invertido podría sufrir pérdidas.
En Reino Unido, este material es una promoción financiera y ha sido aprobado por Goldman Sachs Internacional, entidad autorizada por la Prudential Regulation Authority (PRA) y regulada por la Financial Conduct Authority (FCA) y por la Prudential Regulation Authority (organismos de supervisión financiera del Reino Unido).
Capital en Riesgo
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Este material ha sido preparado con la contribución de GSAM y no debe interpretarse como investigación financiera o asesoramiento de inversión. No se preparó de conformidad con las disposiciones aplicables diseñadas para promover la independencia del análisis financiero.