TRIBUNA de Pierre Nebout y Alexis Foret, gestor, co-responsable de renta variable europea y gestor de deuda corporativa en Edmon de Rothschild AM (France).
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Los inversores que buscaban rendimientos solían centrarse en bonos soberanos que ofrecían buenos retornos y, en general, con un riesgo y volatilidad limitados. Pero la crisis de la deuda financiera y soberana ha cambiado esta situación. Los activos libres de riesgo ya no ofrecen retornos e incluso pueden conllevar riesgos y volatilidad, como quedó patente durante las turbulencias que experimentó el mercado de bonos a principios de mayo. Las medidas de los bancos centrales desde comienzos de año han distorsionado profundamente la remuneración del riesgo.
Como resultado, y dada la fuerte caída de los tipos de interés, los segmentos más seguros del mercado de bonos tienen actualmente poco atractivo. Los inversores ahora tienen que lidiar con un entorno donde las buenas rentabilidades libres de riesgo ya no están disponibles. Y dados los bajos retornos del efectivo y los bonos soberanos, ahora se ven obligados a recurrir a fuentes alternativas de inversión, como el mercado inmobiliario, las infraestructuras, los bonos corporativos o las acciones que pagan dividendos. Han tenido que cambiar su enfoque a la hora de valorar el binomio riesgo -rentabilidad y modificar su asignación de activos, incluyendo ahora activos con riesgo, a menudo sin tener en cuenta todos los peligros que están asumiendo en su búsqueda frenética por la rentabilidad a cualquier coste. En este sentido, pensamos que las compañías, especialmente en Europa, pueden ser una importante fuente de rentabilidad, tanto a través de la acciones como de la deuda, pero siempre y cuando los inversores entiendan totalmente lo que están comprando.
En comparación con los gobiernos, las empresas han resistido, en general, el ciclo y han logrado salir con éxito de la crisis. Desde 2009, han saneado sus balances, que ahora son sólidos. Después de haber reestructurado y, en la mayoría de los casos, reducido su deuda ahora pueden beneficiarse de la recuperación económica. Esta situación llega después de años de esfuerzos para mejorar sus costes y significa que la generación de flujo de caja está garantizada durante los próximos trimestres. Al mismo tiempo, el crecimiento de la zona euro ha comenzado a recuperarse, debido principalmente a la política monetaria acomodaticia del BCE, la caída en el euro y los bajos precios del petróleo. Además, las reformas llevadas a cabo en algunos países de la UE también están dando sus frutos. Esta recuperación en Europa también significa que las empresas deberían ser capaces de garantizar el pago de dividendos en los próximos años. Y la falta de oportunidades para crecer, está provocando que las empresas estén comprometidas con los accionistas a través del pago de dividendos, así como pagos excepcionales y recompra de acciones.
Para aprovechar esta tendencia y controlar el riesgo una buena opción es el fondo Edmond de Rothschild Fund - Income Europe. Se trata de un fondo flexible, que invierte tanto en deuda como en bolsa y cuyo valor añadido se obtiene de la selección de las empresas europeas y la inversión en bonos. Las posiciones en renta fija pueden oscilar entre el 50% y el 100% de los activos, mientras que la exposición a renta variable puede alcanzar el 50%. El fondo busca obtener un crecimiento del capital del 5% anual durante un ciclo económico completo con un riesgo limitado. Para los suscriptores que optan por la clase de distribución, el fondo tiene como objetivo un dividendo anual del 5%, cifra que se alcanza después del primer año.
Nuestra premisa básica es identificar las compañías que puedan ayudarnos a cumplir con este objetivo en cualquier fase del ciclo. Normalmente tendemos a centrarnos en bonos durante las fases de caída, a buscar un mayor equilibrio entre las acciones y los bonos durante la recuperación y a favorecer la inversión en acciones cuando el ciclo está maduro. Invertir en deuda y acciones ayuda a maximizar las oportunidades durante el ciclo. Además, nos permite contar con una amplio universo de inversión, de alrededor de 1.000 compañías, entre acciones y bonos, lo que asegura una buena diversificación del riesgo. Podemos, por ejemplo, comprar valores cotizados y no cotizados e invertir en empresas con cualquier tamaño de capitalización.
Asimismo, el fondo se beneficia de las fuertes convicciones de nuestros equipos de renta variable europea y de deuda corporativa y de sus análisis. Juntos pueden determinar la estructura de capital de una empresa con el fin de elegir el instrumento más adecuado. El análisis conjunto de ambos equipos supone una gran ventaja, ya que ayuda a determinar si el flujo de caja de una empresa se utilizará, por ejemplo, para reducir deuda o se retribuirá a los accionistas.