En 2008, los indicadores de mercado señalaban que debíamos incrementar el riesgo de la cartera y aprovechamos algunas oportunidades en la parte baja de la estructura de capital, como bonos de alta rentabilidad (high yield) y deuda financiera subordinada. Por suerte, no compramos demasiada deuda "de riesgo", aunque teníamos más de la que debíamos y aprendimos una valiosa lección.
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