Marina Asensio y Marina García, consultoras de Afi, analizan las implicaciones del aumento de la concentración de la riqueza en los hogares con mayores recursos.
Marina Asensio y Marina García, consultoras de Afi, analizan las implicaciones del aumento de la concentración de la riqueza en los hogares con mayores recursos, impulsada por el envejecimiento poblacional, la transferencia intergeneracional de patrimonio y los efectos asociados a la inmigración.
En las últimas décadas, la creciente concentración de riqueza en los hogares más ricos ha emergido como un fenómeno significativo en las economías occidentales. Según datos del Banco de España, en 2022 la riqueza del 10% de los hogares españoles con mayor nivel de ingresos multiplicaba por siete la del 50% de los hogares más pobres.

Esto evidencia una desigualdad notable que, previsiblemente, se incrementará en el futuro debido a la profunda transformación demográfica que está experimentando el país, así como por el trasvase de riqueza que se producirá entre la generación boomer y milénial.
Por un lado, la demografía española se dirige hacia un envejecimiento poblacional en el que el peso relativo de los hogares de mayor edad, compuestos por la generación del baby boom (en España, los nacidos entre 1958 y 1980, aproximadamente), aumentará con respecto a generaciones posteriores, inferiores en número. Este envejecimiento se verá acelerado por la caída de la tasa de natalidad, una de las más bajas de Europa, y el aumento de la esperanza de vida de los españoles, entre los más longevos del mundo. Así, la configuración futura de la pirámide poblacional española anticipa una estructura poblacional mucho más envejecida.
Fenómeno determinante en el trasvase de riqueza
Este fenómeno será determinante en el trasvase de riqueza que se producirá en forma de herencias y donaciones entre ambas generaciones. Los miléniales heredarán más, entre otras cosas porque son una generación más pequeña que la de sus predecesores; en otras palabras, la riqueza se repartirá entre menos personas.
En concreto, la simulación de trasvase patrimonial realizado en el informe Demografía, vivienda y brechas de riqueza, elaborado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros, estima que la ratio de donatarios por persona donante pasaría de ser de 1,5 en 2022 a 1,07 en 2042, periodo en el que comenzaría esta transmisión.
Pero, además, lo que se reparte es mayor en el caso de los boomers, quienes han visto cómo su riqueza se incrementaba notablemente gracias a la revalorización de los activos inmobiliarios, que representan el 70% del total de su riqueza acumulada.
Nuestras estimaciones revelan que este efecto demográfico podría aumentar en un 41% la herencia media recibida por los miléniales con respecto a la generación precedente. Teniendo en cuenta una revalorización modesta, del 1% anual, esta podría incrementarse hasta casi un 70%. Aunque este traspaso de activos beneficiará a la generación milénial en comparación con generaciones precedentes, la forma en que se distribuya la riqueza entre los miembros de esta generación determinará el mayor o menor grado de desigualdad existente.

Como se explicaba anteriormente, se observa una tendencia creciente en la acumulación de riqueza en manos de los hogares más ricos, que podría perpetuarse en generaciones posteriores, ya que los hogares más pudientes transmitirán una herencia media muy superior, y sus receptores ocuparán sistemáticamente la parte alta de la distribución. Además, la generación milénial ya se muestra más desigual a su predecesora, si se compara la concentración de riqueza en los diferentes percentiles de la distribución de ambas generaciones cuando tenían la misma edad (menos de 45 años).
La recepción de inmigrantes continuará
A su vez, otro factor que podría exacerbar la desigualdad de riqueza será la llegada de población extranjera a nuestro país. Las proyecciones indican que la recepción de inmigrantes continuará y, dado el crecimiento vegetativo negativo, el peso de la población foránea irá en aumento: se estima que, en 2042, el 41% de la población de entre 45 y 65 años habrá nacido en el extranjero, mientras que en 2022 estos representaban el 17% de este grupo de edad.

Estos flujos migratorios garantizarán el mantenimiento del volumen poblacional y contribuirán a ralentizar el envejecimiento poblacional. Sin embargo, también podrían amplificar la desigualdad, ya que los inmigrantes suelen contar con menores ingresos y una probabilidad inferior de recibir herencias, lo que hará que se sitúen en posiciones inferiores de la distribución de riqueza.
En definitiva, el traspaso de riqueza entre generaciones tenderá a beneficiar en mayor medida a los descendientes de hogares que ya se han visto favorecidos por el incremento del valor de sus activos en las últimas décadas. En contraste, los nuevos hogares formados por personas que recibirán escasos o nulos recursos acumulados de generaciones anteriores, como ocurre con gran parte de la población inmigrante, se encontrarán en una posición menos ventajosa.