Las dos economías más importantes del mundo no podrían haber evolucionado de forma más distinta la semana anterior a Semana Santa. Una está haciendo todo lo que puede por estimular el crecimiento, aunque ello implique mostrar una indiferencia imprudente por su salud fiscal a largo plazo; la otra está intentando desesperadamente contener su crecimiento, aunque ello implique dificultar la vida de los mismos exportadores que la han llevado hasta la cima económica.
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