Está de moda. Todo el mundo pide ejercer su derecho a decidir, un derecho a ser constantemente consultado, como si la incapacidad de quienes nos gobiernan la pudiéramos suplir siempre con porcentajes de aprobación del pueblo. Políticamente estamos metidos en un jardín lleno de melones “marrones”, todos abiertos. En todas las facetas de nuestra vida llegamos a la paranoia demoscópica. Pensar que estamos con la mayoría nos hace sentir más convencidos de la decisión que tomamos.
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